Víctor GONZÁLEZ
BARCELONA
Elkarrizketa
ELISABETH RASEKOALA
CIENTÍFICA, FUNDADORA DE AFRIKAN GONG

«No hay nadie más fácil de manipular que quien no tiene acceso al conocimiento»

Nacida en 1960 en Nigeria, Elisabeth Rasekoala dejó una exitosa carrera como química en la academia y en el sector privado para fundar Afrikan Gong, desde donde lucha para democratizar, descolonizar y despatriarcalizar el conocimiento científico

¿Por qué mucha gente se siente intimidada por la ciencia?

No tendría que ser así, pero hemos construido la ciencia desde un punto de vista de la exclusión. Si nos fijamos, vemos que el conocimiento de la ciencia tiene una construcción artificial. Si piensas en el conocimiento como una especie de pirámide, tenemos que entender que se ha creado una visión por la cual la ciencia está en el vértice de la pirámide, en el estado más alto del conocimiento humano, y todo lo demás está en la base, así es como las personas se intimidan. Se trata de la dinámica de poder de la sociedad, lo que está arriba y lo que está abajo. A quién puedes incluir y a quién puedes excluir.

Entonces, ¿podemos decir que la ciencia tiene una imagen que solo representa a la parte más alta de la sociedad?

Hoy en día vemos cómo la alfabetización está en la base de la pirámide del conocimiento, hasta el punto de que un niño de cinco años se avergonzaría de decir que no puede leer o escribir, pero ¿por qué nadie se siente avergonzado de no saber utilizar una calculadora? ¿Por qué no debería ser lo mismo? Es, como dices, una imagen creada por una construcción socioeconómica, política en términos de empoderamiento, y para la exclusión de ciertos grupos.

¿Es esa la noción que la población africana tiene sobre la ciencia?

Creo que hay una construcción global que se adapta a una cierta élite globalizada y que se ha utilizado para privilegiar ciertos grupos sobre otros. Siempre ha privilegiado a la gente blanca, ha excluido a los negros, y ha estado a expensas de las mujeres. Se conjuga en una cuestión de roles de poder.

¿Cómo podemos reducir esta brecha del desconocimiento, aquí y en África?

Los científicos se han confabulado para que esto ocurra, pero también la sociedad. La estructura política y socioeconómica de la que hablamos se ha apuntalado sobre la monetarización del conocimiento científico. Cuando una empresa como Google gana cientos de miles de millones por darte acceso al conocimiento, a las personas se les hace muy difícil creer que detrás de la ciencia no haya intereses ocultos. Si, como dicen llenándose la boca, el conocimiento es solo por el bien común, ¿por qué monetarizan un sistema de conocimiento? Ahí es donde empiezas a obtener construcciones políticas, socioeconómicas, y empiezas a tener conflictos de intereses.

¿Cómo es la respuesta de sus compañeros científicos cuándo llegas con este discurso?

Primero hay que hacerles creer que pueden ser agentes del cambio en el mismo proceso de acercamiento al conocimiento. Cuando estaba en la academia, me di cuenta de que tenía dos opciones: seguir en mi posición cómoda con el sistema, jugar y ganar a expensas de los grupos excluidos, o ser un agente de cambio dentro del campo científico. Muchos de nosotros nos sentimos muy cómodos con el status quo, es muy difícil salir ahí fuera a denunciarlo cuando te estás enriqueciendo.

Habiendo invertido años en mi carrera profesional, me planteaba si tenía sentido abandonar la academia, pero era imposible hacer el cambio desde dentro. Quien está en un paradigma ganador en la sociedad no puede liderar un cambio. Al igual que les digo a muchos colegas hombres progresistas: es muy difícil para ustedes desafiar al patriarcado, porque sabemos que los hombres se alían con ese sistema.

¿Cómo pretenden democratizar el conocimiento científico?

Tenemos que ser muy humildes, precisamente porque sabemos de los niveles de intimidación, y trabajar con el ámbito social y de las humanidades. Ellos tienen ciertas habilidades, herramientas y metodologías que no tenemos en términos de cómo hacer que el conocimiento sea mucho más accesible. Podemos aprender mucho en términos de cómo elaborar el mensaje, por ejemplo con ustedes, los periodistas. Yo digo que los científicos tenemos que asociarnos con los medios para que podamos hacer un mejor trabajo de comunicación, porque saber de ciencia no es suficiente, también se debe ser humilde y darse cuenta de que tenemos lagunas. No hay ningún científico que obtenga un doctorado en ciencias y sepa comunicarse de forma medianamente clara.

Tenemos vacíos y cada uno de nosotros solo puede proporcionar una pieza del rompecabezas, pero cuando juntamos todas las piezas, científicos, periodistas, humanidades, podemos crear un mensaje realmente empoderador sobre la ciencia y la sociedad que queremos ser. El poder transformador de la ciencia para el bien social.

¿La ciencia puede ser una herramienta para reducir la desigualdad también en África?

Absolutamente. La monetarización de la ciencia significa que la hegemonía social, económica y política se ha convertido también en una herramienta que exacerba la desigualdad.

En África vemos que el conocimiento científico, al igual que en muchas otras partes del mundo, apuntala las ganancias de las grandes empresas y discrimina a aquellos que no pueden acceder a la información, como es el caso de las empresas energéticas. Si se genera un conocimiento rentista, las oportunidades de vida en tu sociedad son cada vez más limitadas.

Por lo tanto, ¿con más conocimiento, menos conflictos?

Parte de la razón por la que tenemos tantos conflictos en nuestro continente son las desigualdades del conocimiento. Está dividido, de modo que tenemos a las élites sentadas en sus altas torres de marfil y la masa de la población en un cierto nivel de ignorancia. Mantenerse fuera de ese conocimiento forma parte de una agenda para mantenerlos ignorantes, de modo que puedan manipularse fácilmente para todo tipo de juegos sociopolíticos. No hay nadie que sea más fácil de manipular que el que no ha tenido acceso al conocimiento.

Además, en África existe otra cuestión, el conocimiento científico indígena. ¿Cómo conjuga eso con la ciencia más académica?

Somos muy conscientes del valor añadido de nuestra cultura y para nada una ciencia excluye a la otra. Necesitamos verlo desde tres niveles.

En la cuestión medicinal, el conocimiento indígena va mucho más allá de la capa superficial occidental. No se trata solo de darle una píldora a una persona para que mejore, se trata de entender los síntomas subyacentes de algo tan simple como la migraña, que en realidad pueden estar relacionados con otra parte de tu cuerpo. Se trata de una visión holística y el 80% de las poblaciones africanas recurren a la medicina tradicional y los estados no han conseguido imponer el sistema occidental. Lo que hay que implementar son sistemas duales y complementarios de salud. Segundo, el conocimiento indígena no es solo un mito, es una realidad viva que respira en la vida de muchas personas, es lo que hace que funcionen bien, es un sistema de pensamiento que da equilibrio a sus vidas, no podemos llegar y hacerlo trizas. Y la última, por la que tenemos que trabajar de acuerdo a los conocimientos tradicionales, es lo que llamo un viaje en evolución progresiva. Tenemos que dejar de tratar al público africano como si fueran recipientes vacíos, su cabezas y cerebros están mucho más llenos de lo que pensamos.

Las mujeres son uno de los colectivos más vulnerables a las desigualdades, ¿cómo les afecta de manera concreta a ellas?

Un programa en el que estoy trabajando es cómo abordar el problema del acceso a la energía para los hogares en África, porque sabemos que un gran contribuyente al cambio climático en el contexto africano es el hecho de que tenemos enormes limitaciones en términos de acceso a la electricidad. Eso significa que en muchos hogares en África tienen que ir a cortar leña para cocinar, para la calefacción y demás. Principalmente es un trabajo que realizan las mujeres y conduce a niveles muy altos de deforestación. Tenemos que encontrar un camino a través de pequeñas redes de energías renovables, como la solar, para poder tener acceso a la electricidad y también para que sea asequible para todos los hogares pobres. A la vez, reducimos la contaminación del aire por el humo, que provoca altos índices de asma infantil. Pero claro, ¿parece muy bonito, no? ¿Cómo creamos acceso universal a la energía solar a los hogares que viven con menos de 2 dólares al día? No tenemos modelos de negocios para eso, cada empresa busca proporcionar acceso a la energía a los hogares que pueden pagar. Ese es el problema del que nadie quiere hablar.

El Museo de Ciencias Naturales de Barcelona la ha premiado este año por su labor. ¿Qué significa para usted?

Es un reconocimiento a todo mi trabajo, toda mi vida se ha centrado en derribar puertas y romper techos de cristal. El techo de cristal es la cuestión de género y las puertas, la cuestión de ser negra y africana. Lo normal es que lleguemos al segundo piso, el tercer piso... ya sabes lo que quiero decir. Pero todavía estamos pendientes de romper puertas de vidrio, se trata de personas negras que están a fuera y que pueden ver desde el exterior, pero no pueden entrar. Para mí es un orgullo ver que África tiene algo que ofrecer al mundo, en términos de conocimiento, en términos prácticos, en términos de información transformadora acerca de derribar puertas y techos de cristal.

¿Qué futuro, científicamente hablando, prevé para África?

Soy muy positiva. Vamos a por un mundo mucho más localizado en su contexto, sus realidades y especificidades. Vamos hacia unas comunidades que lucharán por el espacio, lucharán para que sus voces sean escuchadas y para que sus perspectivas estén sobre la mesa. Creo que será un mundo mucho mejor que el globalizado de los ganadores y los perdedores. Soy muy optimista, creo que la crisis en la que nos metieron nos brinda una oportunidad maravillosa para repensar, revaluar la verdad, las verdades a medias, las mentiras, los cuentos de hadas que nos han vendido y poder reconstruir, desde un punto de vista científico, un marco de abajo hacia arriba mucho más realista para sostener mejor el mundo, siendo parte de la solución, no del problema.