A las barricadas
En la víspera del 30 aniversario de la caída del Muro de Berlín se vibró con el primer derbi capitalino en la Bundesliga, mientras en el Calcio, otro «muro», el del racismo, se las tuvo que ver con Mario Balotelli.
Le bautizaron como el ‘Beckenbauer del Este’, aunque su mejor regate lo firmó el 20 de marzo de 1979, al día siguiente de cruzar el Muro con su Dynamo Berlín para medirse al Kairserslautern, y de regreso a la República Democrática Alemana, sprintar y subirse a un taxi fajándose de la marca de los Servicios de Inteligencia. Huyó al Berlín oeste para obsesión de quien manejaba los hilos de la Policía secreta Stasi, «espada y escudo del Partido», y acérrimo futbolero, el siniestro Erich Mielke. Al menos medio millar de deportistas siguió el camino de aquel defensor de nombre Lutz Eigendorf, pero ninguno recabó la fijación de este viejo estalinista y además presidente del Dynamo, un club laureado en la antigua RDA y con una alargada sombra en sus vitrinas, ya que durante las décadas del Muro se convirtió en un instrumento del Ministerio de Seguridad del Estado y del temido Erich Mielke.
El proyecto estatal del Berliner Fussballclub Dynamo se inició llevándose los mejores jugadores del Dynamo Dresden en una eufemística ‘reubicación’ del talento de la Alemania oriental a Berlín. No solo eso, sino que el maquiavélico Mielke usó también su poder para influenciar a los árbitros y, según se dice, en el dopaje de sus jugadores. De 1979 a 1988, su club ganó 10 ligas seguidas. Pero aquella deserción de su jugador emblema no quedaría impune.
Eigendorf jugó un par de temporadas discretas en el Kaiserslautern mientras la Stasi no dudaba en espiarle e incluso llegaba a casar a un agente secreto con su esposa, que se quedó en la zona oriental. Criticar en un programa de televisión el régimen de la RDA fue la gota que colmó la fijación de Mielke: la madrugada del 5 de marzo de 1983, el Alfa Romeo de un Eigendorf supuestamente envenenado se estampaba contra un árbol, falleciendo a los 26 años.
Solo seis años después, el Muro caía. Era un 9 de noviembre. La selección de la hoy extinta RDA se vestiría por última vez de corto semanas antes, el 12 de setiembre, y tan solo una de sus estrellas, Matthias Sammer, entonces en el Dinamo Berlín y con posterioridad, ya en las filas del Borussia Dortmund, Balón de Oro en 1996, fue fiel a la convocatoria.
Este próximo sábado se cumplen 30 años de la caída del Muro. Y como anticipo, el fin de semana se jugó el primer derbi de Berlín de la historia de la Bundesliga, que enfrentó al Unión Berlin –el primer equipo del Este en ascender a la máxima categoría tras la reunificación– y al Hertha Berlin –el club más tradicional de la capital alemana–. El primer choque en primera división entre dos clubes berlineses desde que coincidieran Hertha y Tasmania. Mucho más que un partido, como lo demostraron los 1.500 hinchas visitantes que asistieron al último entrenamiento de los suyos.
El equipo de la Stasi
‘‘Tras llegar al Olimpo del Fútbol, después de una odisea casi interminable, ahora libras tu mayor batalla. De ahora en adelante, tu rival sabrá esto: primero el pecado, ahora la muerte’’, rezaba la enorme pancarta con la que el estadio recibió al rival. La hinchada del Union Berlin está conformada en su base por obreros metalúrgicos, que en el año 2004 ayudaron a salvar al club de la crisis, y en 2008 a reconstruir su estadio.
Hoy –desde hacía una década ningún club ‘oriental’ había pisado la Bundesliga– están en lo más alto y festejaron el primer derbi capitalino con una victoria por la mínima y de penalti, aunque la cruz de la moneda vino después, cuando radicales locales saltaron al césped para agredir a jugadores rivales. Antes, en el encuentro, hubo lanzamiento de bengalas desde el sector ultra del Hertha, dos de las cuales impactaron en el campo, una al lado del banquillo del Union. Un incidente que obligó a detener el choque varios minutos. Al final, se repitió la escena, asalto al campo, jugadores locales frenando a sus seguidores... Al día siguiente el diario deportivo ‘‘Bild’’ desvelaba algunas de la artimañas para introducir bengalas... en la vagina.
Pero no solo la rivalidad berlinesa se vivió en el principal escaparate del balompié alemán. Los fans del desconocido Berliner AK tienen un lema, ‘‘Si quieres espectáculo ve al Olympiastadion (feudo del Hertha); si quieres fútbol auténtico ve al Poststadion’’, el suyo. Porque lejos de los focos del Union-Hertha, Berlín acogió esta jornada otro derbi en la Regionalliga Nordost, o cuarta división, entre dos equipos que luchan por ser el tercer club de la ciudad: por un lado el Dynamo Berlin al que sigue persiguiendo la sombra de la Stasi, y por otro el Berliner AK, club multicultural y de raíces turcas. Este último llegó a estar presidido por el hijo del alcalde de Ankara y cobró protagonismo en 2004 tras absorder a varios clubes con profunda presencia turca. Esta jornada perdieron 0-2 ante 600 espectadores y con banderas de la Alemania Oriental en la grada.
El Union Berlin, hoy en lo más alto, también cayó a los infiernos de la tercera división tras la reunificación de las ‘dos Alemanias’. Con sangre, donada por sus socios, logró salir del agujero, incluso casi venden su icónico estadio levantado a mano, pero lo evitó una campaña de donativos con el sugerente lema ‘‘Vendemos nuestra alma, pero no a cualquiera”, acompañado de fotos de todo lo que no querían ser: Berlusconi, Blatter y el Leipzig, el club de Red Bull al que esta campaña respondieron en su estadio con 15 minutos de silencio como rechazo al entendido como fútbol-negocio.
Arsene Wenger... al Bayern
Lo cierto es que el RB Leipzig, más allá de lo que represente o del odio que le profesen el resto de hinchadas, se ha convertido en la alternativa real a Bayern y Dortmund, como lo confirma no solo su tercera plaza, por delante de los bávaros y empatados con los renanos, sino el histórico 8-0 que le propinaron esta jornada al Mainz, con triplete de un espectacular delantero como es Timo Werner, 9 goles en 10 partidos, 72 dianas en Bundesliga con tan solo 23 años. El único que eclipsó este fin de semana el gol, décima jornada seguida marcando, del polaco Robert Lewandowski, arrebatando el récord de nueve consecutivas al mítico Gerd Müller, goleador irrepetible del Bayern de Munich con 365 tantos, que el 3 de noviembre cumplió 74 años.
El gol de Lewandowski, eso sí, no sirvió de nada. Su técnico, Nico Kovac, ha sido cesado tras el sonrojante 5-1 ante el Eintracht Frankfurt y solo una victoria en los últimos cuatro partidos. De manera provisional ha sido nombrado el exgoleador Miroslav Klose a la espera de que el alsaciano Arsene Wenger ocupe el banquillo a partir de junio.
Derrota bávara sorprendente, por lo abultado, como pinchazo rompequinielas del PSG, 2-1, en su visita al colista de Ligue 1, el Dijon, con un presupuesto de 35 millones de euros frente a los 500 de los parisinos. Los del jeque no supieron sufrir y remontar como ya nos tiene acostumbrados un Liverpoool que, en la antesala de su duelo ante el Manchester City, volteó un 1-0 adverso en los minutos 87 y 95. El Chelsea firmó su quinta victoria seguida y es tercero, igualado con un Leicester que no desacelera y donde con su gol, Jamie Vardy se convirtió en el primer jugador en alcanzar más de diez goles en la Premier League esta temporada. El Arsenal, la cruz, no solo empató en casa sino que Unai Emery –suena Jose Mourinho– ha retirado el brazalete de capitán al suizo Granit Xhaka y se lo ha dado al gabonés Aubameyang.
Del «Pelusa» a «Súper Mario»
Muy alejado de la cabeza, como los Gunners, está también el Napoli, a 11 puntos ya de la Juventus. Inter, Roma y Lazio escudan a los juventinos, aunque la noticia en el Calcio fueron los insultos racistas a Mario Balotelli en Verona, un estadio en el que Diego Armando Maradona debutó con el Napoli y día en que los veroneses recibieron a los denostados napoletanos del sur con banderas del estilo ‘‘Lávense’’ o ‘‘Bienvenidos a Italia’’. Ahora, hastiado, ‘Super Mario’, jugador del Brescia, cogió el balón, lo lanzó a la tribuna donde estaban los ultras locales y se fue de la cancha. Sus compañeros lo convencieron para seguir jugando y marcó casi sobre la bocina. El club veronés ha sancionado hasta 2030 al líder de los radicales. El angelito ha respondido: «Somos una base de fanáticos que se burlan de los jugadores calvos, los de cabello largo, los sureños y los de color, pero no lo hacemos con instintos políticos o racistas. Balotelli es un payaso, él lo escuchó en su cabeza», en referencia a los insultos.
Es el ‘Muro’ del racismo que 30 años después sigue sin caer, como en Berlín, alentando hitos históricos como la triste ‘Noche de los Cristales Rotos’ en Alemania, también un 9 de noviembre pero de 1938. Y no tanto, pero sí 14 años, ha tenido que esperar el Djurgårdens para alzar la Allsvenskan sueca, club fundado en un café de Estocolmo por jóvenes obreros y que hoy triunfa con un goleador de Sierra Leona. Como dijo Fernando Signorini, expreparador físico del ‘Pelusa’, en el fútbol «un gramo de tejido cerebral pesa más que 80 kilos de músculo». Y en la grada...