Joseba VIVANCO
Fútbol internacional

El fútbol es un pañuelo

Derbi de Soweto, Liverpool y M’gladbach más líderes, un chaval de 15 años marca en Turquía y el hijo de Arshavin ficha por el Barça.

A finales de la primera década del siglo pasado se fundaron en Pretoria y Johannesburgo sendos clubes de fútbol pero con idéntico nombre, Passive Ressisters Soccer Club, cuyo primer enfrentamiento amistoso tuvo lugar en 1910, y entre quienes al menos dieron alguna patada al balón ese día estaba el propio artífice de aquel embrión de resistencia, un por entonces joven abogado llamado Mohandas Karamchad Ghandi, que tenía a Leon Tolstoi como libro de cabecera. No buscaban ganar copas, sino como apuntilla el periodista Toni Padilla, ganar derechos, los de los hindúes en Sudáfrica. Cosas del destino, en aquel lugar en donde Ghandi fue expulsado de un tren entre Durban y Pretoria por negarse a ceder su asiento a los blancos, había nacido años atrás el primer club sudafricano de fútbol... blanco, el All White... La réplica la daría tiempo después el primer equipo negro del país, gestado por quien luego fuera fundador del Congreso Nacional Africano, John Langaliballe. Hasta que le llegó el turno a la comunidad hindú, que siguió jugando al fútbol hasta mediados de siglo, ya sin un ‘Bapu’ que regresó a la India para proseguir su lucha, convencido, se dice, por un futbolista inglés, Charles Andrews.

«Vinieron. Ellos tenían la Biblia y nosotros teníamos la tierra. Y nos dijeron: “Cierren los ojos y recen”. Y cuando abrimos los ojos, ellos tenían la tierra y nosotros teníamos la Biblia». Palabras del Premio Nobel de la Paz Desmond Tutu, símbolo contra el Apartheid, quien vivió en Soweto los años más duros de la represión policial y la discriminación racial, y que el día que se jubiló como arzobispo dijo tener ganas de ver mucho cricket, tenis... y fútbol. El deporte rey africano, tanto que la Confederación Panafrica de Fútbol fue la primera organización oficial en englobar a todo el continente. El propio Nelson Mandela, aunque primero el rubgy, después fue el balompié el vector que utilizó para quebrar la discriminación por razón de raza. Un deporte que supera fronteras, etnias, religiones, valores... Salvo cuando hablamos del origen del derbi del país por excelencia. El clásico de Soweto entre los clubes más populares de Sudáfrica, Kaizer Chiefs y Orlando Pirates, un duelo que se disputó esta jornada como último episodio de una rivalidad que data de 1970, cuando los primeros fueron creados por un jugador estrella de los segundos, Kaizer Motaung, tras su periplo por el soccer estadounidense. Una decisión que jamás ha sido perdonada y que durante años provocó que los seguidores acudieran con cascos de obra con su color distintivo, costumbre que luego derivó en un simple y colorista ritual.

Los Pirates, fundados en 1937, siempre jugaron con futbolistas negros en sus filas, por lo que en tiempos del gobierno racista no podían participar en la liga local –la liga ‘no racial’ de 1978 a 1985 establecía un cupo máximo de tres futbolistas negros–. Hoy, frente a los 20 millones de seguidores de su rival, los Orlando son una gran familia. Dos hichadas sin mayores diferencia que el origen de sus clubes. Normalmente estos enfrentamientos, «vida y sangre del fútbol sudafricano», suelen ser sinónimo de fiesta entre aficiones, quizá porque nadie quiere que se repita lo acaecido aquel 11 de abril de 2001 cuando una estampida ante un estadio atestado de gente provocó la muerte de 43 personas. O cuando en 1991 peleas entre las aficiones de ambos equipos y la Policía se saldaron con 40 fallecidos, o los 2 muertos y 17 heridos de 2017.

Los «Lampard boys»

De Cap a Pretoria, pasando por Durban o Port-Elizabeth, los aficionados de los Pirates, conocidos como los Bucs, y de los Chiefs, Amakoshi for Life (Los reyes de la vida) se reparten por todo el país. Ryszard Kapuscinski sostenía en su ‘‘Ébano’’ que «sólo por una convención reduccionista, por comodidad, decimos ‘África’. En la realidad, salvo por el nombre geográfico, África no existe». Un «continente demasiado grande para describirlo», añadía el escrito polaco. No hay una sola África, sino muchas Áfricas. O quizá ninguna, solo un mapa salpicado de fronteras trazadas por el tiralíneas colonialista. Ya lo dijo el uruguayo Edinson Cavani, «como todo equipo africano, Jamaica será un rival difícil».

Un año se acaba de cumplir de la retirada de un héroe futbolístico africano como el costamarfileño Didier Drogba, delantero poderoso que militó en el único club que ha tenido la fortuna de contar en sus filas con tres leyendas negras como el propio Drogba, el camerunés Samuel Eto´o y el liberiano George Weah. Hablamos del Chelsea, el equipo al que Frank Lampard ha logrado redirigir el rumbo y colocarlo tercero en Inglaterra, por delante del mismísimo Manchester City, y haciéndolo esta jornada con el once titular más joven que los Blues hayan alineado en todos sus años de Premier, una media de 24 años, sentando en el banquillo a César Azpilikueta y dando entrada a chavales de la cantera. Tras el parón de este fin de semana visitan a los Citizens de un Pep Guardiola, cuartos, que aún digieren la derrota 3-1 en el partidazo ante el Liverpool de los astros africanos Mohamed Salah o Sadio Mané, goleadores.

Nueve puntos separan a ambos equipos en la tabla, y si bien en Inglaterra se suele sostener que hasta superar las fechas navideñas nada hay decidido, es verdad que cada vez está más cerca la posibilidad de que el título regrese a la ciudad de los Beatles por primera vez desde el lejano 1990, cuando unos tales Ian Rush o John Barnes fueron clave en la gloria liguera de los Reds. Entre ellos y el City, un Leicester que ganó 2-0 a un Arsenal en el que la afición gunner cantó ‘you’re getting sacked in the morning (mañana te despedirán)’ dirigido a Unai Emery. Se han disputado 12 jornadas y el recién ascendido Sheffield United es la grata sorpresa con su consolidada quinta plaza.

El equipo de Hezbollah

Si en Inglaterra el Liverpool sueña con los ojos abiertos, en Alemania lo hace el Borussia M´gladbach, que ganó y mantiene la ventaja de 4 puntos sobre el intratable Leipzig –victoria simbólica del equipo del Este en casa del Hertha Berlín en el 30 aniversario de la caída del Muro– y Bayern Múnich –que goleó 4-0 al Dortmund en el Klassiker–. De nuevo, el mismo nombre propio, suma y sigue de Robert Lewandowski, doblete, once jornadas seguidas anotando y líder en la tabla del Balón de Oro. El delantero polaco ocupa el primer lugar con 32 puntos, seis más que Ciro Immobile (Lazio) y 12 más que Jamie Vardy (Leicester) y 14 que Sergio Agüero (Manchester City).

No es un ariete al uso, pero el bueno de Thomas Müller recibió el homenaje del Allianz Arena por sus 500 partidos vistiendo la casaca del Bayern, cariño que compartió, como en cada estadio de la Bundesliga, con el recuerdo emotivo al portero Robert Enke, en el décimo aniversario de su suicidio. Por aquel entonces, el turco Emre Demir apenas tenía cinco añitos. Este fin de semana, el chaval del Kayserispor se convirtió en el jugador más joven en marcar en la liga turca, 15 años y 298 días. No sabemos si el hijo de 6 años del ‘Zar’ Andrei Arshavin, al que llamó Arseny en homenaje a Arsene Wenger, hará lo propio en un futuro tras fichar por la Academia del Barça en Moscú. No por el club culé pero sí por el Vitesse neerlandés ha fichado el veterano Keisuke Honda, tras su periplo por el fútbol australiano.

El mundo no solo es redondo, es un pañuelo. Solo así es posible que la AFC Cup asiática la haya ganado el Al-Ahed libanés, respaldado por Hezbollah, tras ganar la final al 25 de Abril, perteneciente al Ejército Popular de Corea del Norte.