Victor ESQUIROL
VERSIÓN ORIGINAL (Y DIGITAL)

Michael Bay en el siglo XX

Año nuevo, vida idéntica. El calendario dice que ya entramos en 2020, y que con ello estrenamos década, pero la industria cinematográfica se empeña en seguir en la anterior... incluso en un siglo XX que, visto lo visto, no es tan remoto como cabía esperar. Porque por un lado tenemos lo que nos dice la fecha en la que nos encontramos, y por el otro, aquello que muestra la pantalla de nuestro ordenador, tablet, smartphone o televisor.

Los nuevos modelos de producción, distribución y exhibición cinematográfica siguen consolidándose, pero viendo lo que tienen que ofrecer, no puedo evitar pensar que lo que en realidad se está confirmando es aquella máxima siciliana: «cambiar para que nada cambie». Hará unos meses, se dio una noticia bomba (nunca mejor dicho): Michael Bay, el rey de la pirotecnia, dirigiría su próxima película (la que ahora nos ocupa) para Netflix, la todopoderosa plataforma de Video On Demand. Con ello, los decadentes dominios de la gran pantalla perderían a uno de sus más emblemáticos estandartes. Gran terremoto para los sectores más tradicionales del séptimo arte... solo que como he dicho, todo sigue más o menos igual.

Ver “6 en la sombra” implica sumergirse, durante poco más de dos horas, en ese delirio tan marca de la casa. Muy al principio, cabe lamentar el no presenciar tal desparrame de acción en una sala de cine, pero la morriña se pasa muy pronto. Después de un arranque espectacular en el que parece que toda la ciudad de Florencia vaya a saltar por los aires, podemos comprobar el excelente estado de forma que mantiene uno de los mejores autores que han operado últimamente por los volátiles dominios del blockbuster más palomitero.

Ahora resulta que los taquillazos más estruendosos llegan a nosotros previo pago de una módica cuota mensual, y son descubiertos posteriormente desde la comodidad del hogar... más allá de esto, “6 en la sombra” nos habla del entretenimiento cinematográfico «de toda la vida», aquel en el que lo mejor que puede hacer el cerebro es desconectarse, y dejar que los sentidos (permanentemente apabullados) intenten tomar el control del asunto.

Como viene siendo habitual en Michael Bay, la adrenalina y la testosterona tapan las –orgullosas– carencias de materia gris del producto. Una persecución nos lleva a un tiroteo, y este a un salto base no apto para corazones (y estómagos) débiles. Estos “6 en la sombra” son la actualización hipertrofiada de “El equipo A” que cabía esperar, teniendo en cuenta los antecedentes de Michael Bay.

Está el que diseña y financia los planes, está el que no ha fallado un tiro en su vida, está la que es capaz de burlar los sistemas de seguridad más sofisticados... lo de siempre, vaya, solo que aquí cada talento se junta para concretar un conjunto que no es más que una fuerza destructiva que, como tal, arremete con todo. Nada estará ya a salvo, ni las infraestructuras aparentemente más sólidas, ni los oponentes más entrenados... ni mucho menos esa corrección política que, una vez más, tiembla ante las explosiones made in Hollywood.