Fernando Mijangos
Doctor en Química
GAURKOA

¿Incinerar el qué?

Sirvan las primeras líneas para aclarar que incinerar puede que no sea malo sino que sea necesario; pero que, según qué se incinere, no solo puede que sea no necesario, sino que además no sea la solución adecuada. Me voy a referir en adelante a la incineración de residuos sólidos urbanos que, coloquialmente, son nuestras basuras domesticas.

En una planta de valorización energética de residuos sólidos urbanos (basuras) se quema a altas temperaturas toda la mezcla que le llega de nuestros contenedores, que suele ser una mezcla de residuos orgánicos, papel, cartón, plásticos de todo tipo, colchones, latas, vidrios, spray, pilas, bombillas, viejas televisiones, bicicletas y un largo etc. Una verdadera mezcla heterogénea de compuestos en la cual, como químico que soy, puedo decir que habrá carbono, hidrógeno, oxígeno, nitrógeno (residuos orgánicos), aluminio, hierro (metales), silicatos (vidrio), cloro de lejías y PVC y neoprenos, más wolframio, litio y plomo de batería y algún otro más.

El poner toda esta coctelera química a temperaturas por encima de quinientos grados es hacer imposible que, por la chimenea de combustión, solo salga carbono dióxido y agua. Imposible. Bien al contrario, abrimos todas las puertas para que todos los metales que he citado actúen como catalizadores en reacciones químicas que van a ocurrir a altas temperaturas. Baste con decir que al elevar la temperatura en diez grados, la velocidad de reacción se duplica. Por lo tanto, a más de quinientos grados esta velocidad de reacción es altísima y encima catalizada.

Antes de salir esos humos por la chimenea a la atmósfera pasan por una serie de filtros que limpian los humos, más o menos como lo hace el filtro al humo de los cigarrillos. No creo confundirme en mucho si digo que a la gran mayoría de personas nos parece correcto que se prohíba fumar en un bar, restaurante, habitación, tren, avión, etc. Intuimos de alguna manera que el humo procedente de quemar el cigarrillo, que, dicho sea de paso, pesa aproximadamente dos gramos, puede perjudicar nuestra salud, como reza en las cajetillas de tabaco. Una incineradora de basuras viene a «fumar» 200.000 toneladas de basuras al año, lo que viene a ser 100.000 millones de equivalentes a cigarrillos.

En estas plantas de incineración, para aprovechar los recursos energéticos que tienen las 200.000 toneladas basuras, y que tienen un poder calorífico muy bajo, se queman 60.000 toneladas de gas metano al año para ayudar tanto en la quema como en la generación de energía eléctrica. Pues bien, a la energía eléctrica que se genera en una planta de incineración de basuras se la califica como si fuera energía renovable, cuando más de tres cuartos de la energía eléctrica provienen de la quema de metano. Vaya, que exactamente es como si fuera una planta térmica de combustible gas metano. Y, por tanto, el CO2 proviene de la combustión de un combustible fósil.

Ahondando un poco más en la generación de basuras, he de decir que la mitad del peso de ellas corresponde a lo que se denomina como fracción orgánica; esta fracción orgánica es totalmente compostable, proceso que es aeróbico y que no genera nada de CO2. Es un proceso natural biológico que no necesita grandes infraestructuras y que ayudaría muy mucho, pero que muy mucho, a reducir las emisiones de CO2 a la atmósfera. Debiera de ser un comportamiento totalmente asumible por todas las personas la obligación de separar los restos orgánicos del resto de residuos, es hora de empezar a hacer trabajar la economía circular.

Nos adherimos fácilmente (salvo Trump) a firmar propuestas relativas al cambio climático, a reducir las emisiones de gases de efecto invernadero, a políticas de reforestación etc., y la pregunta que me hago yo y que quisiera compartir con los y las lectores de GARA es la siguiente: ¿Por que no se composta el residuo orgánico? ¿No queremos reducir el uso de combustibles fósiles?

La incineración de residuos sólidos urbanos en una planta genera, entre otras cosas, una serie de escorias y cenizas que representan en peso un 20%-25% de lo quemado, y que deben de ser tratados antes de depositarlas en un vertedero. Con lo cual, cada cuatro años hemos generado tanto residuos a llevar a vertederos como basura en un año. Por lo contrario, las plantas de compostaje generan con los residuos orgánicos un compost que puede substituir con todas la garantías e incluso mejorar los efectos que producen los abonos sintéticos en base a nitratos, fosfatos y potasio. Estos abonos sintéticos en su fabricación están contribuyendo en gran manera a los gases de efecto invernadero y en su aplicación a desertizar las tierras de cultivo.

Estoy convencido que me he dejado muchas cosas en el tintero; tendremos más oportunidades para hablar, presentar datos, confrontar opiniones en los cursos de verano que organiza la UEU. Lo haremos en euskara con las aportaciones de profesores y profesoras doctoras en sus áreas de conocimiento, y con la mirada puesta en la mitigación de gases de efecto invernadero a través de la dicotomía incineración o compostaje. Creo que tendremos la oportunidad de oír y debatir con la representación de un pueblo que registra cotas altísimas de reciclaje y compostaje, pero que tiene que vivir el día a día con la nueva planta de incineración de Zubieta en sus alrededores.