Raimundo Fitero
DE REOJO

En casa

Contamos los segundos mientras descontamos las horas. Hoy es el día primero de todo principio fundacional de un nuevo tiempo. Hoy, siendo día laborable, será un día asexuado. Estamos en un Estado de alarma, que crea alarma en los gobiernos autonómicos porque se ha decretado una especie de ciento cincuenta y cinco con vaselina, guantes y mascarilla. Quizás, así, ante una pandemia, se entienda mejor que estamos en un estado autonómico y que en el momento que sea preciso se aprietan los tornillos y se acaban todas las ínfulas. Mando único de todos los cuerpos y fuerzas de seguridad del Estado, o sea, del reino de España. Nada menos que Marlaska, ese ministro con perrita, es el actual súper sheriff de todos los uniformes, incluidos los forales y los locales. Y le queda el Ejército de comodín del miedo

En casa, encerrados, viéndonos las caras en cada instante, comiendo a deshoras, colgados de las redes donde encontramos cierto alivio humorístico, intentando encontrar una justificación a la apertura de peluquerías, tintorerías y estancos, enroscados en el panel de anuncios de viajes, autos, cremas, conexiones que no sabemos si volverán a ser necesarios o ya prescindiremos de ciertos hábitos y comportamientos de manera absoluta. Las dudas crecen, y nadie sabe si será el teletrabajo una cláusula contractual obligatoria o los que llevamos decenios en ello entraremos en un estado de normalidad que nos alineará con emprendedores y descamisados.

Escucho a disgustados dirigentes políticos hablando con tono de virreyes de competencias perdidas y recentralización y veo que los antiguos y nuevos oasis se mantienen en una dieta de aminoácidos que crean estados de optimismo rozando la demencia nacionalista, y confunden la transferencia con la independencia. En casa y fuera.