Tiziano pinta el deseo, el drama y la mitología en la National Gallery de Londres
La muerte, el erotismo y los enredos de dioses y diosas centran la exposición «Tiziano: Amor, deseo, muerte». Una serie de obras que Felipe II encargó en el siglo XVI a Tiziano, dándole «carta blanca». El director de la National Gallery admite que en el caso de Felipe II, «un rey tan austero, siempre vestido de negro, famoso por su intensa religiosidad, parece raro que le haya pedido a Tiziano cuadros con un carácter tan sensual, tan erótico».
El grupo de siete pinturas –denominado “Poesie”– exhibidas en una de las pocas salas donde entra luz natural de la galería londinense representan, mayoritariamente, escenas de alto voltaje de mitos clásicos.
En ellas, sexo y muerte se entrelazan, tomando como inspiración “Las Metamorfosis” del subversivo poeta romano Ovidio.
Impresionantes por su tamaño y belleza, destacan los cuadros “Danae” (1551-3), “Venus y Adonis” (1553-4), “Diana y Acteón” (1556-9), “Diana y Callisto” (1556-9), “La violación de Europa” (1559-62), “Perseo y Andrómeda” (1554-6) y “La muerte de Acteón” (1559-75) (este último, el único que pertenece a la National Gallery).
Esa serie épica, un regalo para los amantes del arte renacentista, fue un encargo que hizo el príncipe Felipe de España –el futuro rey Felipe II– en 1551 al artista italiano Tiziano, el por entonces considerado el pintor más importante de Europa.
Gabriele Finaldi, el director de la National Gallery, remarcó en la presentación que es la primera vez que estas obras se reúnen en 450 años, «algo que ni Tiziano mismo llegó nunca a ver», aunque sí lo hizo Felipe II, en el Alcázar de Madrid.
De ellas, seis fueron enviadas desde Venecia al monarca a diferentes lugares –pues este variaba a menudo su lugar de residencia–, mientras que la séptima –“La muerte de Acteón”–, pertenece a la National Gallery y, según Finaldi, seguramente Tiziano «pensaba en un primer momento enviarla al rey de España y completar la serie, pero nunca lo hizo».
La colaboración entre el artista renacentista y el monarca hizo que, de alguna manera, Tiziano se convirtiera «en una especie de pintor de corte no presencial», pues nunca quiso dejar Venecia, «y buena parte de su producción a partir de los años 30 del siglo XVI se envía al rey de España, a Madrid, a Carlos V, o a su hijo Felipe II». En cuanto a la temática, el director de la National Gallery admite que en el caso de Felipe II, «es un rey tan austero, siempre vestido de negro, famoso por su intensa religiosidad, parece raro que le haya pedido a Tiziano cuadros con un carácter tan sensual, tan erótico».
Primera vez
Dentro de la exposición, “La violación de Europa” (1559-62) es un cuadro que nunca hasta la fecha se había expuesto fuera de Estados Unidos, lo que lo convierte en un «préstamo absolutamente excepcional» por parte del Museo Isabella Stewart Gardner, en Boston.
De esa obra llama la atención su estado de conservación «absolutamente maravilloso», en el que se valora, «al igual que ocurre con Velázquez, la calidad de la pintura, el toque del pincel sobre la superficie, la manera en que mezcla los colores visualmente, cómo utiliza las transparencias, casi mejor que en cualquier cuadro».
Por su parte, Matthias Wivel, comisario de pintura italiana del siglo XVI de la National Gallery, resaltó que esa pieza logra «involucrar a todos nuestros sentidos (...), ya que mediante el sentido de la vista, nos activa el sentido del tacto, olfato...».
Las obras están dispuestas todas juntas para dar sensación de unidad, de serie, y se pueden ver en una sala fija del museo. Concretamente, en una que goza de luz natural para contemplar los cuadros tal y como fueron creados por el pintor.