Sanitarios dibujan la realidad de los hospitales vascos
La falta de material de protección, las bajas y el aumento de ingresados por coronavirus ha provocado que salten las alarmas entre los profesionales sanitarios de Euskal Herria. Sus testimonios trazan una radiografía preocupante de los hospitales del país.
No ha sido fácil recabar testimonios de profesionales sanitarios de los hospitales públicos de Euskal Herria. Están agotados y sobrepasados por la situación generada por el Covid-19, desbordados por lo que ocurre y, sobre todo, preocupados por lo que pueda suceder cuando el número de hospitalizados aumente en los próximos días. Prácticamente todos los trabajadores sanitarios de los distintos centros con los que ha contactado este diario coinciden en que las bajas médicas y la falta de material de protección y de respiradores está poniendo contra las cuerdas al sistema sanitario, y lamentan que no puedan atender en condiciones a los enfermos. No han querido dar nombres, por lo que todos ponen voz, desde el anonimato, a estas líneas que envejecen cada minuto que pasa. Quizá este reportaje sea ya un preludio de lo que viene.
En algunas ventanas del hospital de Basurto hay cartulinas con lazos negros, y el carrillón del reloj del centro desgranó las notas del “Agur Jaunak” durante el homenaje del pasado viernes a la primera sanitaria fallecida por coronavirus en Euskal Herria. Un compañero suyo en el hospital de Galdakao-Usansolo señala: «Imagínate cómo va a dejar la moral de los currelas». Explica que la situación es «un caos» y que «hay mucha tensión». El centro sanitario de referencia en Bizkaia es Cruces, y hace pocos días en Galdakao-Usansolo solo tenían un «box» ocupado. La semana pasada eran ya 37: 15 en Urgencias, 15 en la Unidad de Cirugía Ambulatoria y 7 en Observación. Ayer, había cien pacientes en Urgencias y cinco plantas estaban ya preparadas para los contagiados. Se han vaciado muchas camas, pues la mayoría de cirugías han sido suspendidas y el riesgo de accidente ha bajado a causa del confinamiento, pero se encuentran desbordados. «Está siendo muy duro en todos los sentidos. Tenemos estrés, tensión y mucha carga de trabajo», lamenta este trabajador.
Tampoco disipa los temores sobre la falta de material: «Utilizamos la misma mascarilla durante tres o cuatro días. Ya no son desechables, han pasado a ser reutilizables». Critica que no haya habido «unificación de criterios» respecto al protocolo, ya que cada día «se improvisa». En su hospital, las trabajadoras de la limpieza desinfectan hasta los ascensores, pero asegura que el espacio físico «no se respeta». La dirección del centro tira de listas para las contrataciones: «La gente nueva que ha entrado acaba llorando, es difícil enfrentarse de primeras a una situación así». En este sentido, explica que los contratos del personal nuevo son de tres días, para «cambiarte de la UCI a Urgencias, por ejemplo». Además, la jornada laboral ha aumentado y no tendrán vacaciones hasta nueva orden. La semana pasada, tanto Iñigo Urkullu como Nekane Murga visitaron el hospital, y el sanitario detalla que, además de un envío de ánimos por parte del lehendakari, la consejera de Salud de Lakua les informó de que «tiene al Grupo Mondragon buscando mascarillas en México e India».
En una semana en la que Euskal Herria no ha empezado a transitar por la zona más oscura de la crisis, otro sanitario del hospital de Donostia que ha sido trasladado a Eibar asegura que varios enfermos por coronavirus están siendo desplazados al centro de la localidad armera procedentes del hospital Txagorritxu de Gasteiz, donde la situación es «crítica» y «no hay espacio». «Hay una lista para que vengan a Eibar y, cuando esta se llene, los trasladaran a otros centros», prosigue. Osakidetza no ha facilitado datos del porcentaje de profesionales sanitarios que han contraído el virus, pero el alto número de casos ha llevado a que en Eibar se ofrezca ayuda sicológica a los facultativos antes de entrar a trabajar.
En el Hospital Universitario de Donostia, una enfermera que trabaja en Oncología manifiesta su tranquilidad porque aún no ha habido contagiados en su planta. Insiste en que el mérito «lo tienen los que trabajan en todas las plantas con pacientes con coronavirus, los que se pegan 8, 10 y 24 horas» y remarca que es necesario denunciar la falta de material. Tienen un Equipo de Protección Individual (EPI) para todo el turno e incluso, a falta de batas, les han recomendado que utilicen una bolsa de basura encima de una bata ordinaria y, al acabar la jornada, se les ha instruido una técnica para quitarse el EPI y poder reutilizarlo al día siguiente.
Se han habilitado varias plantas y las visitas a pacientes portadores del Covid-19 están prohibidas: «Un compañero me contó que una señora mayor, con los pulmones destrozados, solo quería que le diesen la mano. Las probabilidades de salvarla eran nulas». Por otro lado, agradece que se haya habilitado el parking para los profesionales sanitarios porque ya no pueden ir más de uno en un mismo coche. Confiesa que le preocupa tener que ir a Madrid, ya que necesitan enfermeros y ya han pedido voluntarios. El Ministerio español de Sanidad ha asumido el mando de las autoridades sanitarias, por lo que espera que la recomendación no sea, en unos días, una obligación.
Nafarroa sufre y el norte, a la espera
En el complejo hospitalario de Nafarroa, se preparan «para lo peor», comenta un médico anestesista. La mayoría de las cirugías, (cardíacas, neurocirugía...) se han suspendido porque la UCI está reservada para pacientes enfermos con coronavirus. El resto son tratados en la Unidad de Recuperación Posanestésica (URPA). «En la UCI están desbordados y muchos anestesistas vamos a trabajar allí a partir de ahora», detalla. La UCI de Virgen del Camino también está a rebosar, además de las plantas 2, 4, 5 y 6. En el centro, tanto el pabellón E como la zona de tránsito se han habilitado para nuevos pacientes y ya se baraja la idea de preparar la Clínica Ubarmin para los días futuros. En definitiva, todos los centros que cuenten con respiradores. De hecho, desde el Servicio de Bomberos de Nafarroa informan de que han retirado uno de los dos respiradores que había en cada ambulancia.
«Es lo más importante», subraya este sanitario, que la semana pasada avisaba de que «cuando estos colapsen, la medicina de triaje será una realidad». Hoy lo es, porque «los mayores de 75 años con patologías ya no son candidatos a intubar», explica una enfermera de Urgencias, que espera que el volumen aumente significativamente esta semana: «No creen que el espacio que hay dure mucho más. Aunque enseguida dan el alta, pronto se acabará llenando. Calculan que en dos semanas no podremos atenderlos en Urgencias». Su vida está reducida a ponerse el EPI, trabajar y aislarse totalmente en casa, y, a consecuencia de ello, advierte del estrés y ansiedad que sufre el personal, pero matiza que «hay buen ambiente» entre las enfermeras de Urgencias porque «muchas son jóvenes» y ayudan a otros sanitarios que tienen cargas familiares. En el vestuario, lo que antes eran varias cajas con mascarillas, se ha reducido a una sola. Alerta, como todos, de la falta de material: «Sobre todo faltan las mascarillas FPP2 y FPP3, que tienen filtro por vía aérea. Utilizamos las quirúrgicas y sales con la sensación de que te lo llevas a casa», explica. Los profesionales sanitarios de Nafarroa que han dado positivo por Covid-19 suponen el 17% del total de casos detectados en el herrialde.
Otro médico de Urgencias atendió al primer paciente con coronavirus en el herrialde y, desde entonces, el trabajo ha sido máximo. «Estos días hemos estado agobiados pero es verdad que la afluencia de pacientes que no son de coronavirus ha descendido mucho», apunta. A pesar de ello, afirma que «no sabe cómo va a estar el hospital en unos días».
Una celadora del hospital de Nafarroa cuenta que, al trabajar en Radiología, tiene contacto directo con todos pacientes y denuncia que a estos no se les están facilitando mascarillas de rango de protección dos o tres, y sostiene que el uso de las quirúrgicas «no sirve de nada». «Estoy a menos de un metro de los pacientes, me recorro todo el hospital y eso genera la sensación de que lo puedes tener y miedo a la hora de ir a casa y contagiar a tus familiares», subraya. Se toma la tensión y la fiebre dos veces al día y, en caso de presentar síntomas, se les ha habilitado un teléfono para que acudan a hacerse el test. La fatiga es latente, y explica que varios de sus compañeros dejan a los hijos e hijas solos en casa, porque sus respectivas parejas también trabajan en el hospital y «no pueden llevarlos con los abuelos».
En Ipar Euskal Herria, el coronavirus no ha golpeado por ahora tanto como al sur del país. La semana pasada falleció el primer paciente con coronavirus, tres se encuentran en la UCI y hay alrededor de 20 padecen síntomas leves. Un enfermero de la Unidad de Psiquiatría del hospital de Baiona, que reside en Gipuzkoa y cruza la frontera todos los días, informa, sin embargo, de que el centro ya se está acondicionando para acoger a los pacientes con coronavirus. Ejemplo de ello es que tres de los siete compañeros que trabajan en Donibane Garazi, Donibane Lohitzune y Hendaia lo harán a partir de ahora en Baiona. Asimismo, se les ha avisado que la Unidad de Adictología se ha cerrado para acoger a enfermos leves con coronavirus. El enfermero recuerda las huelgas realizadas en los últimos años para denunciar los recortes de los centros hospitalarios públicos: «Quitaron camas y personal, y ahora va a ser más difícil enfrentarnos al virus».
«En Ipar Euskal Herria el tsunami está por llegar», concluye.