Incrédulos
Entre los centenares mensajes por Whatsapp en el primer día de confinamiento por el Estado de Alarma, uno captó mi atención por lo diferente: «Si el mundo hubiese sido vegano, la pandemia del Covid-19 no habría sucedido». Efectivamente, una hipótesis verosímil pero imposible de contrastar por ser humano alguno. Si el mundo hubiese sido vegano in illo tempore aquellos primates vegetarianos que se columpiaban en las copas de los árboles, hoja va y fruto viene, no hubiesen dado paso a la hominización. Una enorme sequía fue la que transformó grandes zonas boscosas en sabana y la necesidad para subsistir de una dieta omnívora (leguminosas y gramíneas a la que se unió la ingesta de animales) y, por lo tanto, una ingesta mayor de calorías y proteínas, entre otros factores, produjo un aumento considerable de la masa cerebral en los protohomínidos. Si el mundo hubiese sido siempre vegano lo propiamente humano sería inexistente. Seguiríamos de rama en rama, oliéndonos los culos, despiojándonos unos a otros mientras nos acariciamos y copulamos a discreción ¡Ojo! que si lo piensas un poco, igual ni tan mal. Habría que obviar las matanzas por la defensa del territorio entre primates ausentes en las películas de la factoría Disney. No he vuelto a recibir mensajes de los amigos de los bichos.
En el 22 de marzo mi móvil recibe desde varios remitentes “La histeria interminable”, artículo que denuncia el «acoso científico-mediático» a fin de crear miedo en la población y el contubernio de la OMS y las farmacéuticas. Para las diferentes capillas de las medicinas «alternativas», no hay pandemia, ni siquiera enfermedad. Es problema del estilo de vida y alimentación. Los antivacunas, homeopáticos y antroposóficos enmudecieron, como por ensalmo, hace semanas.
Otra creencia religiosa, la católica, lejos de sacar al Mesías y a su madre en andas custodiados por militares y penitentes descalzos azotándose las nalgas para que Dios acabe con la plaga, prohíbe procesiones y misas.
Definitivamente, estamos perdiendo la Fe.