Igor FERNANDEZ
Sicólogo
SICOLOGÍA PARA UNA CRISIS

Se marchó

Hace cuatro días que murió el aita, con 67 años. De repente, se quedó en la butaca. Todo ha sido muy rápido. Llegó la ambulancia y se lo llevó. Se le incineró rápidamente. No era coronavirus pero como si lo fuera, porque no nos dejaron despedirle como quisiéramos. Estoy a ratos triste y, a ratos, enfadada con la vida. A mis hijos les hemos dicho que el aitona no está pero que ahora hay una estrella más en el cielo. Pero yo no puedo, me rompo, y no les pudo atender como debiera. ¿Cómo hacer el duelo sin haberte despedido?

Firma: I.

I., siento tu pérdida. Cuando la muerte llega de este modo, en estos momentos de irrealidad, todo debe de parecer un sueño. Primero el aturdimiento de un golpe que afecta a todos los niveles, frenándonos por dentro y pudiendo reaccionar a trompicones. Lo más importante en este momento, I., es hacer lo que necesites hacer: el enfado y la tristeza son lo mínimo ante una pérdida así, solo espero que tengas con quién ir expresándolo.

Hablar de él con otra persona que te quiera va a ayudar a que estas sensaciones de impacto vayan dando paso a la despedida. Cuídate físicamente, trata de comer bien –y si es posible, que te preparen la comida–, de descansar como puedas. Si necesitas tiempo a solas, tómalo, pídelo a quien viva contigo y estate ahí el tiempo que necesites. Después igual necesitas abrazarte a alguien y llorar, o enfadarte. Haz lo que necesites hacer con tus emociones, no hay que forzar nada.

Los niños suelen conectarnos con la vida, ellos la tienen con fuerza cuando otros se van y supongo que podrás conectarte con ellos poco a poco, y otras veces verán tu tristeza. Cuéntales que estás triste, ellos lo entenderán –aunque realmente nos apoyemos en otro adulto– y después recuérdales que todo estará bien. Este impacto dará paso a otros momentos de mayor tristeza, enfado; y otros de añoranza y amor. Cógelos como vengan y comparte lo que puedas. También es importante que busques o busquéis una manera de honrarle: quizá encender una vela o poner la música que le gustaba… Cuando no se ha podido, hay que tratar de hacer la despedida privada a través del recuerdo y algún tipo de ritual. Lo siento mucho.