El Eibar se carga de aire y esperanza
Un gol en propia puerta reencuentra con la victoria a los azulgranas seis jornadas después. El Eibaraumenta a seis puntos su renta sobre el descenso.
EIBAR 1
VALENCIA 0
Con un gol en propia puerta y tras haber sufrido durante muchos minutos, el Eibar celebró ayer el premio que venía mereciendo y se le había negado, desde el regreso de la competición. Cuatro meses, seis jornadas, después de imponerse al otro equipo valenciano, los azulgranas derrotaron al Valencia para conquistar la primera de las cuatro victorias que les deberían asegurar la permanencia y que tiene efectos inmediatos: aumentan su ventaja sobre el descenso hasta los seis puntos.
Toman distancia, cogen aire y ganan esperanza. La estaban alimentando con sus buenas actuaciones ante Real Madrid y, sobre todo, Athletic y Getafe, en un reinicio de Liga a la que el equipo llegaba, como el resto, entre interrogantes pero en el que se está desenvolviendo mucho mejor que en los dos primeros tercios de la temporada: está físicamente imponente, juega en muchos momentos a lo que quiere y además está siguiendo una línea regular. Pero, con la clasificación apretadísima y ya un equipo menos de colchón sobre el descenso, el Eibar necesitaba un triunfo que refrendase esa buena imagen y mantuviera a raya la ansiedad. Ya la tiene.
Fue el premio a su trayectoria última pero también a su buen arranque. Precisamente lo que tanto le había penalizado ante Real Madrid y Athletic y en lo que venía incidiendo José Luis Mendilibar. Si ante el Getafe el equipo ya entró mejor al partido, aunque igualmente acabara viéndose por detrás en el marcador, ayer protagonizó uno de esos inicios eléctricos que tanto se han echado en falta no ya estas dos semanas, sino en buena parte de la temporada, en los que el rival apenas tiene la oportunidad de respirar, y mucho menos de alejarse de su portería. Con Orellana –una de las seis novedades en el once armero– especialmente incisivo, el Eibar puso cerco a la portería de Cillesen. Probaron Kike, el propio Orellana y hasta Cote, aunque el gol lo anotó Kondogbia en su propia portería, en el único córner que botaron los locales en el primer tiempo.
Reaccionó el Valencia, que quemaba su último cartucho Champions y que fue acercándose cada vez con más reiteración y peligro al área de Dmitrovic. Pero también se sobrepuso a su respuesta el Eibar, con lo que el primer tiempo acabó abierto y entretenido.
La segunda parte fue menos vistosa. La iniciativa fue mayoritariamente para los armeros y también las mejores ocasiones –Cillesen salvó dos goles cantados en una falta de Cote y una peinada de Enrich–, pero entre lo ajustado del marcador, las estiradas, escasas pero peligrosas, de un rival que acabó volcado y prácticamente con todos sus delanteros sobre el césped, y las urgencias clasificatorias, la tensión fue máxima hasta el pitido final.
Le mereció la pena al Eibar, que no tendrá tiempo para celebrarlo. El domingo le espera un Granada que llegará al partido con tres días más de descanso.