Itziar Ziga
Escritora y feminista
JOPUNTUA

Volviendo a bonobilandia

Harta del cruel y aburrido patriarcado, Bea Espejo proclamó en su “Manifiesto Puta” que ojalá nos bonobizásemos. Fue hace once años y, desde aquella revelación de mi amiga puta, trans, guerrera y pendenciera, llevo incorporado el paraíso bonobo. Advertencia: esto engancha. Una vez que empiezas a soñar con Bonobilandia, ya no quieres dejarlo.

El bicho al que más nos parecemos es la tribu bonoba, una especie simia que practica compulsivamente el sexo y la empatía. Se acoplan de todas las combinaciones anatómicas y genéricas imaginables, ellas y nosotras somos las únicas mamíferas que a veces nos miramos a los ojos mientras follamos. También gravitan besándose. Manda benévolamente la hembra más mayor y, cuando algún miembro quebranta la amabilidad grupal, es desterrado al rincón selvático de pensar. A los días, van en su busca. Para reintegrarse deberá lamerle el coño a la mandamasa hasta que ella lo decida, algo que siempre hacen con deleite. Solo un 1,85% nos diferencia genéticamente. En la práctica, un abismo.

Habitan las frondosas y húmedas selvas del África Central, cerquita de otra especie simia que son como sus primos chungos, los violentos y patriarcales chimpancés. Cuando uno o varios machos agreden a una hembra, defenderla para las demás es difícil porque las diferentes alturas de las ramas dejan demasiados flancos vulnerables: viven en las copas de los árboles. En algún momento hace muchísimo, hubo chimpancés que comenzaron a tocar tierra y a verticalizarse: de ahí vienen los bonobos. Entonces, cuando una hembra era atacada, sus hermanas podían hacer un círculo infranqueable alrededor de ella. No se sabe cuánto tiempo duró este cambio, pero los machos, ante ese frente común, dejaron de agredir a las hembras. Y poco a poco su funcionamiento grupal pasó del asalto y el miedo a la cooperación y el amor. Esta es la prueba más remota e inspiradora de que el feminismo puede transformar el desastre en algo habitable y divertido. Bonobo significa ancestro en un antiguo dialecto bantú.