Plata pre-León de Oro
Ahora sí, última jornada para la 77ª edición del Festival de Venecia. Estamos cansados, mucho... pero también con esa nostalgia prematura que nos hace suspirar por aquello que todavía no ha terminado. Una combinación extraña de sensaciones, y sin lugar a dudas explosiva. O sea, la tesitura perfecta para que se manifieste Álex de la Iglesia.
Antes de la recta final en la carrera para el León de Oro, hubo tiempo para ver el primer episodio de “30 monedas”, serie del director bilbaino para el prestigioso sello televisivo de la HBO. La acción nos llevó a Suiza, y nos metió en el atraco a un banco ejecutado por una especie de zombie al que no le importaba demasiado recibir los balazos de la policía. Y de ahí aterrizamos en la ruralidad española más profunda. La cuestión consistía en seguir el rastro maldito de la plata de Judas; de unas monedas que serían objeto de deseo y concreción de un destino aciago. La excusa perfecta para sacar a pasear ese característico circo de monstruos, vaya. Curas guerreros, locos iluminados y bebés demoníacos fueron de la mano en una amena aventura narrada a grito pelado y rematada con los esperables estallidos de sangre. Justo lo que pedíamos.
Además, la Competición se sacó de la manga dos últimas perlas. La primera fue la esperadísima “Nomadland”, nuevo trabajo de Chloé Zhao materializado en una road movie migratoria donde Frances McDormand (brillante, como siempre) debía lidiar con las heridas de la vida. Con esta premisa, la joven cineasta de origen chino nos llevó por una emocionante odisea a través de «los otros Estados Unidos», en lo que fue un cálido, doloroso pero también sanador periplo para reconciliarse con el género humano. Gloria.
Por último, y sin que nadie le viera venir, llegó Hilal Baydarov. Desde las improbables latitudes de Azerbaiyán llegó “In Between Dying”, una joya igualmente improbable... y a lo mejor por esto, doblemente apreciable. La acción (por así llamarla) arrancó como arrancaba la mítica “Amor a quemarropa”: una joven pareja tenía un encontronazo con un capo criminal; a partir de ahí, los enamorados se veían obligados a huir, pues los villanos les estaban pisando los talones. Con esto, el director y guionista nos sumergió en una hipnótica road movie en la que cada situación y encuentro, a pesar de estar filmados con austeridad «anti-fílmica», consiguieron llevarnos a esa mágica región donde sueños y realidad, vida y muerte cruzan sus respectivos caminos.
Y ya está, de verdad que sí. Finito. Hasta aquí el catálogo de películas que tenía que ofrecer esta 77ª Mostra. Queda, como siempre, que el jurado (en esta ocasión presidido por Cate Blanchett) reflexione y confeccione el palmarés. Va a tocar rascar: este año, por si no se ha notado, había mucho más interés puesto en el Fuera de Concurso... en esto, y en la morbosa discusión consistente en determinar cuál ha sido la peor película que hemos visto este año en Venecia. Pero si nos interesa lo mejor, deberemos tener en mente los nombres de Chaitanya Tamhane, Susanna Nicchiarelli, Michel Franco, Kiyoshi Kurosawa y, por supuesto, las dos últimas incorporaciones de hoy. Veremos.