Burbujas
Una de las características del sistema capitalista es la de sus consustanciales crisis cíclicas, que cada cierto tiempo llegan para poner todo patas arriba, sumergir en la más absoluta miseria a los más pobres y dejar temblando a todos menos a los ricachones, que al amparo de las crisis hacen pingües beneficios forrándose mientras todo el resto las pasamos canutas.
Valga como ejemplo la crisis de 2008, en que tras explotar en la cara del sistema la llamada «burbuja inmobiliaria», la banca Lehman Brothers y todas aquellas zarandajas, evidenciaron que el desmedido valor de los inmuebles no era más que una engañifa para que los bancos concedieran más y más créditos. Nos dijeron que lo de la burbuja había sido algo muy malo y, en todo caso a evitar. Ahora ya están los precios de los pisos a precios preburbuja y sin pensar que se volverá a pinchar el balón y en lugar de temblar, sonreímos al saber que los pisos en Donostia son los más caros del Estado, como si eso quisiera decir que vivimos en el paraíso, o en el oasis vasco.
Pero llegó la covid y la burbuja no solo no es mala, sino que es algo deseable, que debemos buscar, dejando de socializar nuestras vidas y relacionándonos solo con los de nuestra burbuja, normalmente familiar. Podemos ir de casa al trabajo y viceversa en el atestado transporte publico. Ahí, si te contagias no importa, hay que producir y bajar la curva de contagios, aun a costa de incrementar la curva de la panza, conocida como la de la felicidad. Pero fuera de eso, solo burbuja: siempre los mismos, nunca más de seis, y en casita, que como en casa en ningún sitio.
Y todo esto, ¿para qué?, se pregunta uno. Pues está bien claro: para volver a darnos la libertad provisional para las navidades y que nos gastemos todo lo imaginable. En definitiva, para que disfrutemos de la burbuja Freixenet, Codorniú o cualquier otra, a elección del consumidor, porque esa burbuja también es buena, es la de la felicidad navideña, que nos conducirá inexorablemente a la tercera ola de la pandemia y a la burbuja del otro champán: Segura Viudas.