Iñaki Lekuona
Periodista
AZKEN PUNTUA

Vacuna

Se van a vacunar Clinton, Bush y Obama, e incluso Joe Biden, que no hay que escatimar medios. Macron no ha dicho aún esta vena es mía; anda sin duda ocupado en apagar el fuego que él mismo avivó colocando sobre las brasas la inflamable ley de Seguridad Global que procura aún más impunidad a la Policía al tiempo que recorta libertades fundamentales como la de informar. Y con el disfraz de bombero, este sábado reconoció que «cuando uno tiene un color de piel que no es blanco, acaba por ser mucho más controlado» por las fuerzas de seguridad. Sonó casi como un mea culpa, pero a los sindicatos policiales les rimó a traición. No comparten la idea de «violencias policiales» porque, subrayan, la legitimidad de la fuerza la tienen ellos. Cero autocrítica. Ausencia total del principio de realidad. Como si los escandalosos casos de abusos policiales fueran solo humo. Su única respuesta, la defensa corporativa y una huelga de controles de identidad. Como si eso doliera. Y ante este espectáculo la sociedad francesa reconoce síntomas que concuerdan con una enfermedad llamada racismo. Y se alarman por su propagación descontrolada. Y se lamentan como si no hubiera vacuna, que la hay y se llama políticas de educación y de lucha contra la precariedad. Pero ahí sí que se escatiman medios. Lo hicieron Clinton, Busch y Obama. Y lo está haciendo Macron. Y la fiebre bulle en la extrema derecha.