Raimundo Fitero
DE REOJO

Arcosaurios

Según los protocolos, el delirante presidente de Brasil, Jair Bolsonaro, no debe recibir la vacuna en las primeras tandas porque al haber pasado la infección se le supone que tiene anticuerpos para combatirlo. Junto a este presidente de la caterva antisocial se encuentran en la misma situación Ayuso, Trump, Johnson que han superado la COVID-19 cuando en principio se mostraron displicentes con las medidas que se recomendaban desde la ciencia, y algunas decisiones políticas que provocaron situaciones pandémicas evitables.

Por eso la advertencia del brasileño de insinuar que si te vacunas te puedes convertir en un arcosaurio o cocodrilo no es una broma, es un insulto. Es una insistencia en apartarse de la lógica y de su función presidencial que lo único que hace es que la situación empeore y que los presidentes de varios estados brasileños soliciten a las autoridades competentes que la vacuna sea obligatoria. Tras la barbaridad de EEUU con unas cifras que superan cualquier cálculo y cualquier capacidad previa de asimilación, Brasil es el segundo país con mayores incidencias negativas. Por eso la imagen de Bolsonaro en una charca repleta de cocodrilos es un buen deseo navideño.

Duda razonable, ¿en el oasis hay cocodrilos? Ando buscando similitudes y me quedo colgado en los campanarios donde hay muchas lagartijas. Sabíamos que Aguirre tenía una colección de anfibios que colonizaron primero las instituciones madrileñas y después Soto del Real. Pero así con esa imagen, a mí, y que me perdone Maradona, me sale Pablo Iglesias. Le viene muy bien lo de cabezón, en el sentido metafórico. Es el gran cocodrilo de su partido unifamiliar. Y su hiperactividad fuera del consejo de. ministros es un síndrome de saurio menor con ínfulas. Mira las encuestas y suelta lágrimas de cocodrilo. Y lo que le espera.