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MOSCÚ

Miles de detenidos en protestas que Moscú ve promovidas desde EEUU

Detenciones masivas, un fuerte despliegue policial y el cierre de calles y paradas de metro en Moscú intentaron frenar las protestas en apoyo al opositor Alexei Navalny que ayer se volvieron a llevar a cabo en las principales ciudades de Rusia. El Gobierno ruso acusó a Estados Unidos de injerencia por promover acciones ilegales con el objetivo de contener a Rusia. Navalny, detenido desde su regreso a Rusia, comparecerá mañana ante un tribunal.

Más de 4.000 personas –según la organización OVD-Info, que hace seguimiento de los arrestos– fueron detenidas ayer en toda Rusia, en las manifestaciones para exigir la liberación del opositor Alexei Navalny que se llevaron a cabo en más de 140 ciudades.

Cubierto por una capa de nieve y a -4º de temperatura, el centro de Moscú fue tomado por un fuerte despliegue de la Policía. Se cerraron varias calles y estaciones de metro de la capital, lo que llevó a los manifestantes a cambiar la ubicación de la protesta en el último momento, a través de las redes sociales.

Originalmente convocados ante la sede de los servicios de seguridad (FSB), los manifestantes se dirigieron al centro de detención donde está encerrado Navalny, pero sin lograrlo en su mayor parte, antes de regresar nuevamente al centro de la ciudad, entre gritos de «¡Putin es un ladrón!» o «¡Libertad!».

«¡Les mostramos cuántos somos!», se felicitó pese a todo el equipo de Navalny a través de Telegram, pidiendo una nueva marcha de apoyo mañana durante su comparecencia ante un tribunal. Al apoyo al opositor se suma el malestar de muchos rusos por la mala situación económica y social en el país.

El Departamento de Interior de Moscú contabilizó unos «2.000 manifestantes, incluidos representantes de medios de comunicación, en un acto público no autorizado». En San Petersburgo, cerca de 3.000 personas reunidas en una plaza del centro de la ciudad fueron dispersadas por las fuerzas antidisturbios. Una primera día de movilización, el sábado acabó con más de 4.000 arrestos y en la apertura de una veintena de causas penales. El secretario de Estado de EEUU, Antony Blinken, denunció el «uso continuo de tácticas brutales contra manifestantes pacíficos y periodistas por segunda semana consecutiva» y pidió a las autoridades rusas que liberen a Navalny y sus partidarios. La diplomacia rusa respondió denunciando la «grave injerencia» de EEUU en sus asuntos internos, una «estrategia destinada a contener a Rusia», y acusó a Washington de promocionar acciones no autorizadas a través «de plataformas de Internet». Alexei Navalny, objeto de múltiples procesos judiciales, regresó a Rusia el 17 de enero tras meses de convalecencia en Alemania por un presunto envenenamiento del que acusa a Putin y a los servicios de seguridad rusos.

 

Disyuntiva occidental entre el desgaste y el diálogo con Rusia

Pese a exigir la liberación de Navalny, apoyar las protestas y amenazar con sanciones, tanto EEUU como los países de la UE se ven en la disyuntiva de necesitar a la vez continuar el diálogo estratégico con Moscú. A principios de febrero la UE enviará a su jefe de diplomacia, Josep Borrell, para transmitir un «mensaje claro» sobre derechos humanos con la posibilidad de aplicar nuevas sanciones contra funcionarios o empresas rusas. Pero parece difícil que Moscú, después del pulso por Ucrania y del caso Skripal, ceda a estas presiones que buscan «hacer pagar un precio en términos de reputación a Rusia y Putin», según François Heisbourg, analista en el International Institute for Strategic Studies de Londres. Una ofensiva occidental para desgastar al presidente ruso que puede desacreditar a Navalny al presentarlo en el interior como «agente del extranjero». Al mismo tiempo, Moscú es interlocutor en temas como el control de armamento o el programa nuclear iraní. El nuevo presidente de EEUU, Joe Biden, admitió «el interés mutuo» en el tratado Nuevo START de desarme nuclear. Su homólogo francés, Emmanuel Macron, aplazó la reunión conjunta de ministros de Relaciones Exteriores y de Defensa, prevista en setiembre de 2020 pero no ha cortado lazos. Alemania, en primera línea en el caso Navalny, quiere finalizar el gasoducto Nord Stream 2 con Rusia, contra la opinión de Washington.GARA