Ramón SOLA

«PAPEREZKO HEGOAK», LO QUE SIGUE SUPURANDO DE LA HERIDA DE «EGUNKARIA»

Los 18 años desde el cierre de “Egunkaria” que se cumplen este sábado dan perspectiva para nuevos datos e interpretaciones: quién lo decidió, con qué objetivo, para qué les torturaron... En esa herida aún abierta indaga “Paperezko hegoak”, documental estrenado la noche del martes en ETB-1.

Paperezko hegoak” destila tristeza, mucha tristeza. Pero también un ansia de comprender lo inexplicable: qué pretendió el Estado con el cierre de “Euskaldunon Egunkaria” el 20 de febrero de 2003. Aquello daba una vuelta de tuerca a los macroprocesos políticos impactando en el epicentro del euskara y la cultura vasca.

La periodista Samara Velte y el cineasta Josu Martínez (“Caminho longue”, “Barrura begiratzeko leihoak”...) han reflejado esa herida abierta en imágenes y también se han asomado a su interior mediante numerosos testimonios: los entonces detenidos (incluido Joan Mari Torrealdai, que fallecería el pasado julio), abogados, periodistas, profesores, políticos, el presidente del tribunal que les juzgó y absolvió...

Con la perspectiva que dan ya 18 años aparecen nuevas percepciones, conclusiones e incluso datos:

¿Quién y cuándo? Más allá de Del Olmo

El juez Juan del Olmo ha pasado a la triste historia como instructor de aquel despropósito, pero la autoría real no está clara. El abogado Iñigo Iruin destaca que el funcionamiento judicial se invirtió de modo que la Guardia Civil no estuvo a las órdenes del juez, sino el juez sometido al instituto armado.

¿Y qué responsabilidad tuvo el Gobierno de Aznar, que reivindicó aquella redada con el ministro de Interior, Ángel Acebes, como impresentable portavoz? No puede olvidarse el contexto, un «todo es ETA» frenético. De la borrachera colectiva en Madrid dan prueba los numerosos extractos de tertulianos recogidos en la cinta, que asumen entusiastamente la versión policial y festejan el golpe al euskara, incluso afirmando sarcásticamente que así se le defendía.

¿Para qué la tortura?

Sigue estremeciendo el momento en que Martxelo Otamendi, el director, recién salido de la cárcel de Soto del Real, cuenta ante la cámara en directo que él ha sido torturado y también un prohombre de la cultura vasca como Torrealdai.

Sin embargo, sigue en una nebulosa el motivo: ¿para qué les torturaron si no había acusación que arrancarles? ¿Fue un mero castigo? ¿Un intento de extender el miedo? ¿Pudo ocurrir que los guardias civiles no supieran qué tenían entre manos? El documental revela que los agentes les dijeron a los detenidos camino a Madrid que había «palabras que matan más que pistolas»...

¿Hasta dónde? Convoy a Arantzazu

¿“Egunkaria” era el objetivo final? No lo parece. Otamendi recuerda que en los días posteriores ya se apuntó a las ikastolas o las cooperativas. Y Joxe Joan González de Txabarri, entonces diputado del PNV en Madrid, confirma que fue informado de que días después una caravana de guardias civiles había salido hacia Arantzazu, símbolo euskaltzale por excelencia, «un Gernika» en palabras de Iñaki Uria. Hubo algunas gestiones y lo cierto es que el convoy policial no llegó a su destino, ni se materializaron el resto de amenazas. Alguien debió concluir que el efecto bumerán no merecía la pena.

¿Quién respondió y quién no?

Los intervinientes en este “Paperezko hegoak” tienen claro que la respuesta masiva fue clave para revertir la situación, con dos hitos: la manifestación de Donostia el sábado siguiente a la redada y el auzolan colectivo que posibilitó mantener un diario en euskara sin interrupción, desde el día siguiente (como ya había ocurrido de “Egin” a “Euskadi Información” en 1998).

El contrapunto fue la inacción institucional. En esa marcha se gritó «Ibarretxe non zaude?» y el tiempo ha hecho más patética aún la respuesta de la portavoz de Lakua en rueda de prensa («esperamos que tengan pruebas contundentes»), dando cierta credibilidad a la acusación policial. Miren Azkarate tampoco lo arregla precisamente con su intervención en este documental, cuando se le plantea si su respuesta no fue demasiado «epela»: «Nos daban caña de todos los sitios. ¿Qué tenemos que hacer las instituciones en casos así? ¿Qué se podía hacer?».

¿Cómo acabó sin responsabilidades?

El que fue presidente del tribunal en el juicio de 2010, Javier Gómez Bermúdez, habla sin medias tintas sobre la instrucción: «Secuencia desgraciada de errores», «inferencias erróneas», «un exceso desde el principio»... Pero con la absolución de los cinco procesados, pelillos a la mar ante lo irreparable: el primer diario en euskara de esta época, gestado por iniciativa popular, había quedado abortado injusta e ilegalmente.

La constatación de que nadie ha asumido responsabilidad completa el documental. Y agrava la percepción de que esta herida sigue abierta aunque hayan pasado casi dos décadas.