Irati Jimenez
Escritora
JO PUNTUA

Culpa

Oculta entre los sentimientos, presentándose ante nosotros como guardiana de la conciencia, favorecida por el miedo a nosotros mismos y animada por los buenos resultados que ofrece a cualquiera que quiera sacar provecho de nosotros sin que opongamos resistencia, la culpa judeo-cristiana ocupa un lugar imbatible en el software malicioso que nos han instalado por defecto para dominarnos.

Si se piensa bien la idea es estúpida tanto para ateos como para cristianos. Para los ateos porque si no hay Dios al que ofrecer nuestro martirio ya me dirá usted por qué estamos haciendo este ridículo, y para los cristianos porque la idea de una deidad todopoderosa que se regala en el sufrimiento que nos causamos entra de lleno en el terreno de la herejía. No hay mandamiento que diga «si te portas mal siéntete mal» ni evangelio en el que sostener esta idea atroz.

Los dioses lo que suelen esperar de la gente es determinado comportamiento, no que cada uno se comporte como le da la gana si luego se siente mal. Y lo mismo que vale para la espiritualidad que para el civismo ético: a quienes hemos dañado les debemos reconocimiento y restitución, no que nos entreguemos a los abismos de la autolesión.

Si se pudiera eliminar la culpa de raíz se observaría que su eficacia se parece a la de la pena de muerte. Sus admiradores creen que es esencial para mantener el mal a raya, pero los datos indican que su capacidad disuasoria es nula y allí donde existe hay mayor tasa de criminalidad. En mi experiencia, las personas extraordinarias obran guiadas por una moralidad profunda que nada tiene que ver con la culpa, algo parecido a las personas sin radar moral, que tampoco se dan por aludidas con este tema. El resto, o sea, la mayoría, harían bien en intentar no engañar a su Dios –si lo tienen– con la letra pequeña, sintiéndose mal antes, durante y tras sus malas acciones y no estaría mal que se portaran con nosotros como esperan que nos portemos con ellos, a no ser que quieran que nos portemos con ellos exactamente como se portan con nosotros.