Asier AIESTARAN

Cinco pinceladas sobre una final que será mejor olvidar cuanto antes

Desde el rácano planteamiento de Marcelino hasta la goleada final del Barça, pasando por la floja actuación de figuras como Williams o Raúl García, lo cierto es que la final de ayer no traerá buenos recuerdos a los aficionados del Athletic. Un equipo rojiblanco que se conjuraba para hacer olvidar el borrón de la anterior final pero que acabó con la misma sensación de decepción. De no haber sido ni sombra de lo que aspira a ser sobre un terreno de juego.

Aquí van cinco pinceladas para analizar una triste final.

1.- Planteamientos que marcan el encuentro

Marcelino García Toral y Ronald Koeman son dos entrenadores que responden a perfiles distintos en cuanto a su llegada a los banquillos. Mientras el holandés pasó a las labores técnicas tras una carrera al más alto nivel como futbolista, ganando hasta dos Copas de Europa –con el PSV en 1988 y con el Barça en 1992–, el asturiano no pasó de los 74 partidos en Primera División. Incluso como entrenador, se puede decir que Marcelino ha tenido que “remar” más para poder llegar a la élite, tras unos inicios modestos en la cantera del Sporting. Pero en los últimos años el prestigio de ambos se ha ido igualando, con Koeman optando a buenos equipos pero sin logros especialmente memorables y Marcelino firmando buenos años en dos plazas siempre complicadas como son las de Villarreal y Valencia.

Ayer el técnico rojiblanco optó por retrasar a los suyos hasta el extremo, confiando en las cabalgadas de Willians con espacios ante una defensa que sufre en esas condiciones. Pero si Koeman algo ha logrado, excentral él, ha sido reforzar esa línea del Barça, ayer de nuevo con tres centrales y un Piqué imperial durante la primera parte. Si Iñigo Martínez llega a cazar la que tuvo a los 12 minutos quizás estuvieramos hablando de otra cosa, pero no sucedió así.

2.- El muro rojiblanco aguantó 45 minutos

Probablemente la defensiva fuera la línea en la que el Athletic menos tenía que envidiar al Barcelona. Un ejemplo: tras 30 jornadas de Liga, y aunque el Barça tenga 28 puntos más en la clasificación, los culés han encajado solo 7 goles más que los rojiblancos: 26 por 33.

En esas cifras también influyen, para bien y para mal, los grandes porteros de cada equipo, ambos internacionales. Para mal en el bando blaugrana, porque las malas cifras defensivas duelen todavía más teniendo a un porterazo como Ter Stegen; para bien en el bando bilbaino, porque Unai Simón es pieza clave en su fortaleza defensiva.

Teniendo en cuenta la salvaje diferencia en la posesión de la primera mitad, con un 80% para el Barça, la defensa rojiblanca aguantó bastante bien el tipo hasta el descanso. Pero en la segunda mitad comenzaron los problemas. Ya antes del primer gol Unai Simón tuvo que hacer tres paradas de mérito para salvar a los suyos, y a partir del tanto marcado por Gierzmann la grieta no hizo más que aumentar. Cada gol obligaba a dar un paso adelante al Athletic, y cada espacio que dejaban en la zaga se traducía en ocasión clara para el conjunto blaugrana.

3.- De abrir la lata a firmar una goleada

Unido a lo anterior, la diferencia abismal entre ambos finalistas en la clasificación liguera se debe en gran medida a la línea atacante. El Barça es con diferencia el equipo más goleador de la Primera División (69 goles), mientras que el Athletic, sin ser de los peores, está lejos de esas cifras con 39 tantos.

Si hubiera alguna duda, el Barça se encargó ayer de demostrar que los goles se le caen de los bolsillos. Tardó en abrir la lata, es cierto, pero una vez por delante en el marcador los Messi, De Jong, Griezmann y compañía camparon a sus anchas para hacer sangre en la portería rival. Al final fueron cuatro, a Griezmann le anularon otro, y la sensación es que la historia se vuelve a repetir ante los culés.

4.- Sin reproches con el árbitro esta vez

El Barcelona acogió receloso la designación del alicantino Juan Martínez Munuera como árbitro para la final. Sus números en los partidos pitados por este trencilla no eran malos del todo –un balance positivo de 15 victorias, cuatro empates y cuatro derrotas en 23 partidos–, pero no olvidaban su polémico arbitraje en el partido liguero contra el Real Madrid de la primera vuelta, señalando un dudoso penalti por agarrón de Lenglet sobre Ramos. Al Athletic le había dirigido en 22 ocasiones, lógicamente con un balance menos favorable de 12 victorias, dos empates y ocho derrotas.

El colegiado pasó bastante desapercibido en esta final, que suele ser la mejor señal. En la primera mitad tuvo más trabajo, con varias acciones que pudieron ser de tarjeta y decidió no amonestar. Incluso hubo una mano de Dani García dentro del área. Pero tras lo sucedido en la segunda parte la verdad es que nadie se acordó del árbitro.

5.- La Cartuja ya no mola tanto

Por último, en cuanto al escenario, está claro que el estadio de La Cartuja tendrá un apartado especial en la centenaria historia del Athletic. El imponente recinto, que durante años ha sido recordado entre los aficionados vascos por las “giraldillas” solidarias en el acto de inauguración del Mundial de atletismo de 1999, comienza a formar parte del imaginario rojiblanco en el apartado futbolístico.

Una historia que comenzó siendo de amor, tras la brillante victoria lograda en enero en la Supercopa, se ha ido torciendo hasta convertirse en una sensación amarga de decepción tras las dos derrotas en las finales de Copa. Porque, además, hasta la parte positiva de jugar allí, que al principio era poder desplazarse a Sevilla y disfrutar de la ciudad andaluza, hace tiempo que acabó esfumándose..