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Israel lleva a Gaza con otra matanza la espiral de agresiones de Jerusalén

Israel provocó ayer otra matanza en la asediada Gaza, con al menos veinte muertos, nueve de ellos menores, en respuesta al lanzamiento de cohetes desde la Franja. El bombardeo israelí, que amenaza con prolongar, extiende al enclave palestino la escalada de agresiones que lleva semanas encendiendo Jerusalén, con centenares de heridos.

Al menos veinte palestinos, nueve de ellos menores, murieron en bombardeos de la aviación israelí sobre la Franja de Gaza. Era la respuesta mortal al lanzamiento previo de cohetes desde este enclave palestino, siete de ellos hacia Jerusalén, epicentro de la escalada de agresiones de Israel en la última semana. Otras 65 personas resultaron heridas.

Las Brigadas Ezzedine al-Qassam de Hamas habían dado un ultimátum a Israel para que retirara sus fuerzas policiales de la Explanada de las Mezquitas y del barrio de Sheij Jarrah de Jerusalén.

El movimiento islamista también había pedido la liberación de todos los detenidos durante las protestas, en una jornada de especial tensión en una escalada que dura ya semanas y que el Gobierno y el Ejército sionistas amenazaron con prolongar. «Las organizaciones terroristas de Gaza han traspasado una línea roja. (...) Israel actuará con fuerza (...), quien ataque pagará un fuerte precio», afirmó el primer ministro en funciones, Benjamin Netanyahu, tras el ataque.

«Tenemos la capacidad, la autoridad y la intención de dar un fuerte golpe a Hamas», aseguró, por su parte, un portavoz del Ejército, que adelantó que prevé que «la escalada dure un tiempo prolongado». Incluso no descartó una ofensiva terrestre. «Todo está sobre la mesa», amenazó.

Uno de los muertos en los bombardeos era un comandante de Hamas, pero el alcance de la masacre dejaba entrever la intención israelí de aumentar la espiral.

Ya entrada la noche, Hamas lanzó cientos de cohetes más sobre Israel, «en respuesta a sus crímenes y a su agresión contra la Ciudad Santa». El día había comenzado con lanzamiento de piedras, gases lacrimógenos y balas de goma que volvieron a convertir la Explanada de las Mezquitas de Jerusalén en una batalla campal tras otra intervención de las fuerzas israelíes que dejó más de 300 heridos.

Siguió, además, a un fin de semana de violencia, en otro paso de una escalada que comenzó con los planes de desalojo de habitantes palestinos de Jerusalén Este, cuyos 54 años de ocupación celebraba ayer Israel bajo el nombre de «Día de Jerusalén».

Las fuerzas israelíes seguían ocupando el interior de la plaza de las Mezquitas, restringieron el acceso y lanzaron balas de goma y gases lacrimógenos a los palestinos, que respondieron con piedras. Según la Media Luna Roja, más de 200 personas tuvieron que ser hospitalizadas.

La directora del hospital de Maqassed, Adnane Farhoud, informó de varias lesiones en la cara y ojos por el impacto balas de goma. «Tememos que hoy suceda algo grave», señaló, ya que siete pacientes se encontraban en estado crítico.

El viernes, más de 200 personas habían resultado heridas también en los sucesos más violentos desde 2017 en este lugar sagrado para el Islam, y que continuaron el fin de semana.

Siempre foco de tensión por la ocupación y la proclamación sionista de «capital eterna e indivisible», en las últimas semanas Israel ha elevado la tensión en Jerusalén Oriental con la amenaza de desalojo del barrio Sheij Jarrah de varias familias palestinas para entregar sus hogares a colonos judíos.

La visita del líder del Partido Sionista Religioso, Bezalel Smotrich, a Sheij Jarrah acompañado de otros diputados de su formación, echó ayer más leña al fuego. La audiencia del Tribunal Supremo israelí sobre el caso se ha pospuesto indefinidamente.