GARA
JERUSALÉN

Gaza intenta recobrar la calma a la vez que la violencia vuelve a Jerusalén

Las bombas dejaron de caer sobre Gaza después de once días y 257 muertos. La Franja intentaba recuperar la «normalidad» entre los escombros,tras una ofensiva que el primer ministro israelí, Benjamin Netanyahu, consideró un éxito y que para Hamas marca un punto de inflexión. Pero la violencia volvió al punto donde comenzó la escalada, la Explanada de las Mezquitas, donde ayer volvió a intervenir la Policía israelí contra los palestinos.

Las bombas israelíes dejaron de caer ayer sobre Gaza, desde donde también cesó el lanzamiento de cohetes tras la entrada en vigor del alto el fuego a las 02.00.

Los habitantes de la Franja pudieron salir a inspeccionar los daños provocados por once días de ataques casi continuos que han destrozado cientos de viviendas, infraestructuras y centros médicos, y que han provocado la muerte de 257 palestinos, incluyendo 66 menores.

Los servicios de rescate todavía recuperaron ayer entre los escombros nueve cadáveres, uno de ellos el de una niña.

Además, 91.000 personas han tenido que abandonar sus hogares para huir de las bombas.

Gaza vuelve así a su «normalidad» de una población encerrada en el enclave, con el acceso a recursos bloqueado y golpeada por la pandemia, pero ahora con gran parte de su infraestructura de carreteras, comunicaciones y salud destruida. De nuevo. Las pérdidas económicas solo en viviendas alcanzan los 350 millones de dólares.

En las primeras horas del alto el fuego la prioridad era lograr el acceso a suministros médicos, con todavía 8.500 heridos que atender y daños en el 30% de los hospitales y centros de salud. La ONU alertó de la falta de medicinas y material médico y la OMS recordó que 325.000 personas necesitan que se restauren las infraestructuras básicas. Israel reabrió ayer los pasos fronterizos con Gaza para permtir la entrada de combustible y ayuda humanitaria.

«No hay un lugar seguro para los niños de Gaza, tampoco lo había antes», recordó la representante de Unicef, Lucía Elmi. Las bombas han dañado medio centenar de centros educativos y aún hay explosivos que no estallaron desperdigados por la Franja.

Para el primer ministro israelí, Benjamin Netanyahu, ha sido un éxito. «Cumplimos los objetivos, es un éxito excepcional», afirmó al comentar la ofensiva. Aseguró haber destruido 100 kilómetros de la red de túneles de Hamas, conocida como Metro, por la que se desplazan los milicianos y transportan armas de un lado a otro del enclave costero.

«Hemos comprobado que es penetrable, vulnerable y llena de agujeros. De hecho, hemos comprobado que es una ratonera para los terroristas», señaló, y dijo haber eliminado «a más de doscientos terroristas» y «a una parte importante de la cadena de mando de Hamas y de la Yihad Islámica».

Pero Netanyahu también ha logrado el objetivo de poder optar a seguir en el poder, después de haber fracasado en su intento de formar Gobierno y pese a estar cerca de la condena por corrupción. Por ahora ha alejado la posibilidad de que la oposición forme una coalición alternativa viable en torno a Yair Lapid.

También en Palestina se celebró el fin de los ataques. «Ganamos, ganamos. Alá es grande» gritó una multitud de decenas de miles de personas que salieron a la calle en Gaza. Israel «debe saber que puede matarnos y destruir nuestros hogares, pero nunca nos derrotará», decían.

El líder del movimiento islamista, Ismail Haniyeh, aplaudió la «victoria» de las milicias que, afirmó, destruye el proyecto israelí de «coexistencia y normalización» en las relaciones bilaterales con los países del Golfo y ha marcado un punto de inflexión porque «lo que vendrá después de esta batalla no tiene que ver con lo que ha ocurrido antes».

Enfrentamientos en Jerusalén

Haniyeh subrayó que la actual crisis comenzó con la defensa de Jerusalén y la mezquita de Al-Aqsa. Y con el alto el fuego volvió al comienzo, ya que ayer estallaron de nuevo los enfrentamientos entre los fieles palestinos y la Policía israelí en la Explanada de las Mezquitas.

Tras la oración del viernes, decenas de palestinos celebraron el cese de las hostilidades gritando consignas a favor de Hamas y contra el presidente de la Autoridad Palestina, Mahmud Abbas. La Policía disparó granadas paralizantes y balas de goma y en los enfrentamientos resultaron heridas al menos veinte personas, dos de las cuales fueron hospitalizadas.

Los choques del 7 de mayo en la Explanada, en medio de las tensiones provocadas por las amenazas de desalojo de familias palestinas en beneficio de los colonos israelíes, fueron la mecha que prendió la escalada militar.

El alto el fuego vuelve a dejar pendientes los problemas clave, la ocupación y colonización israelí, la situación de Jerusalén Este, el «apartheid» sionista. Pero ha dejado también un nuevo escenario, en el que los palestinos han respondido con mayor unidad al ataque, en Cisjordania, Gaza y las ciudades israelíes.