GARA
KIGALI

Macron reconoce la responsabilidad en el genocidio de Ruanda sin pedir perdón

El presidente francés, Emmanuel Macron, reconoció ayer «las responsabilidades» des Estado francés en el genocidio de Ruanda, en 1994. Lo hizo durante su visita oficial al país africano. Su homólogo ruandés, Paul Kagame, agradeció la «inmensa valentía» de Macron, mientras que el responsable de la principal organización de supervivientes, Egide Nkuranga, lamentó que «no haya presentado verdaderamente disculpas en nombre del Estado» ni haya pedido perdón.

Ante el Monumento del Genocidio en Kigali, que recuerda a las más de 800.000 personas masacradas entre abril y julio de 1994 y guarda los restos de unas 250.000 víctimas, Emmanuel Macron aseguró que el Estado francés «no fue cómplice», pero reconoció que permitió «durante demasiado tiempo que el silencio prevaleciera sobre el examen de la verdad». «Los asesinos (…) no tenían el rostro de Francia, que no fue cómplice. Pero Francia tiene un papel, una historia y una responsabilidad política en Ruanda. Y tiene un deber: afrontar la historia y reconocer la cantidad de sufrimiento infligido al pueblo de Ruanda al hacer que el silencio prevaleciera durante demasiado tiempo sobre el examen de la verdad», afirmó.

«Francia no escuchó la voz de quienes le habían advertido o bien sobrestimó su fuerza al pensar que podía detener lo peor. Francia no entendió que, al querer prevenir un conflicto regional o una guerra civil, estaba del lado de un régimen genocida», sostuvo. «Al ignorar las advertencias de los observadores, asumió una responsabilidad abrumadora en una espiral que desembocó en lo peor, incluso mientras buscaba evitarlo», dijo.

Macron añadió que sólo los supervivientes «pueden quizás perdonar y, luego, darnos el regalo de perdonarnos a nosotros mismos», pero no pidió perdón por el papel del Estado francés.

«Participaron, ayudaron»

Los supervivientes creen que era el momento de hacerlo, aunque valoran que reconociera «diplomáticamente» la responsabilidad del Estado francés. «No estábamos acostumbrados, estába- mos acostumbrados a ser pisoteados», dijo Jean de la Croix Ibambasi. Pero añadió que nunca olvidará lo que vio: «Recordamos a los franceses que fueron a las barricadas, que trabajaron con las ex Fuerzas Armadas de Ruanda y les ayudaron a distinguir entre tutsi y hutus. No podemos olvidar, hay que tenerlo claro: participaron, ayudaron». «Era el momento de pedir perdón», zanjó.

Egide Nkuranga, presidente de Ibuka, la principal organización de supervivientes, también lamentó que Macron «no haya presentado claramente una disculpa en nombre del Estado francés» o «ni siquiera pedido perdón», aunque admitió que sus palabras reconociendo la responsabilidad francesa «demuestran que nos comprende».

Con este discurso, Macron va más allá que sus predecesores. Nicolas Sarkozy admitió «graves errores» y «ceguera» de las autoridades galas con consecuencias «absolutamente dramáticas».

Un informe de historiadores publicado en marzo concluyó que el Estado francés tenía «responsabilidades pesadas y abrumadoras» y que el entonces presidente, François Mitterrand, y su entorno estaban «cegados» ante la deriva racista y genocida del Gobierno hutu, al que apoyaban.

De visita en París la semana pasada, el mandatario ruandés, Paul Kagame, dijo que ese informe había allanado el camino para que ambos países tuvieran «una buena relación». «Puedo vivir con las conclusiones del informe. Podemos dejar el resto atrás y seguir adelante», declaró. Remarcó que fue «el racismo lo que hizo que un genocidio previsible pareciera tolerable» y consideró que «esta visita trata sobre el futuro, no sobre el pasado».

París y Kigali se comprometieron a reanudar relaciones «poderosas e irreversibles» y Macron anunció que nombrará un embajador, puesto vacante desde 2015.