Raimundo Fitero
DE REOJO

Las reinas

La programación continua de fútbol en las pantallas televisivas ha demostrado que, pese a la falta de las hinchadas en los estadios, el objetivo de dejar a millones de seres humanos enganchados a una actividad vicaria en la que se pueden colocar esperanzas, emociones, ilusiones y hasta dejar su futuro en las decisiones de un árbitro. El negocio falla en un porcentaje indeterminado por los ingresos de taquilla, pero su función social y política no se ha atenuado, sino que podríamos considerar que ha mantenido su influencia de manera más exhaustiva al tener limitadas otras de las posibilidades de diversión o alineamiento.

El Barça femenino ha ganado un triplete de una manera brillante. Han sido campeonas de La Liga, de la Champions Ligue y la última copa conseguida es la llamada de la Reina. La versión de la que preside el cuñado de Urdangarin y que este año también ganó el Barça en su versión gañanes multimillonarios. El que se ha autoproclamado rey por herencia genética acudió al encuentro, entregó la copa, salió en las fotos y como no había público no escuchó pitos. Pero ella, su esposa, la periodista consorte no acudió, lo que viene a significar la entidad feminista de esta familia reaccionaria. Un desprecio, un posicionamiento bastante rudo. Algunas jugadoras del equipo ganador aparecieron en los actos protocolarios con coronas de esas de fiesta de despedida de soltera, lo que considero que es un auténtico gesto político. Ellas son las auténticas reinas del fútbol profesional femenino en Europa.

A la vez que la Copa de Europa de fútbol se debe celebrar la Copa de América, pero la situación de los países designados ha llevado a una situación caótica. Argentina ha sido el último en renunciar por la situación pandémica, pero anuncian que se celebrará en Brasil. Cuesta no interpretar esta decisión de manera política.