Raimundo Fitero
DE REOJO

Fraude

Cuando las derechas globales pierden elecciones, el primer eructo que les sale es para decir fraude. Nunca hay fraude cuando el escrutinio les es favorable. Ya sea en USA, Bolivia, Ecuador, Venezuela y ahora Perú, siguiendo el manual del buen extremista, hay que decir que ha existido un fraude electoral y si de paso metes la sospecha sobre Rusia o Irán, el mensaje que los medios de la ola reaccionaria repetirán hasta la saciedad es para atacar al sistema democrático del lugar, por muy precario que sea y por muchos inspectores internacionales que avalen que todo ha funcionado correctamente dentro de las pautas lógicas. Es imprescindible para estas campañas que no existan ningún dato que pruebe el supuesto fraude, es la manera de crear el ambiente adecuado para intervenciones posteriores más extremas y, si puede ser con uniformes militares respaldando todo, ideal. El fraude electoral como estigma, como armamento de destrucción democrática masiva.

¿No debiera considerarse como fraude que se quede una parte importante del sistema mundial sin internet? ¿Qué cosas se han hecho y se han dejado de hacer en el globo en esas horas que grandes empresas han quedado en el limbo? Sucedió el lunes, el problema, dicen, lo tuvo un empresa que tiene los servidores de grandes corporaciones, y nos demuestra que estamos en un mundo de una inseguridad cada día más evidente. El tráfico de datos aumenta de manera exponencial y las vías de circulación y almacenamiento requieren de unas infraestructuras que van a provocar problemas porque requieren de un consumo de energía desorbitado. Hace años era habitual ir a las desaparecidas cajas de ahorro y escuchar que se había caído el sistema y se paraba la actividad. Lo del lunes fue una caída de un supersistema. Una advertencia. Da un poco de miedo.