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MUJERES EGIPCIAS ENFRENTAN UNA LARGA LUCHA POR SUS FRÁGILES DERECHOS

Sometidas a una legislación patriarcal de más de un siglo, las mujeres egipcias luchan por defender sus limitados derechos ante un proyecto legislativo, inspirado en la ley islámica, que refuerza la actual tutela de los hombres sobre su vida cotidiana.

En Egipto, desde 1920 el estatus personal de las mujeres, influenciado por la ley islámica, rige las disposiciones relativas al matrimonio, el divorcio, la herencia o, incluso, la custodia de los hijos. A principios de año, el Gobierno llevó al Parlamento un proyecto de ley sobre el sistema de tutela que pesa sobre unos 50 millones de mujeres egipcias. Pero, en lugar de eliminarlo, plantea restringir aún más sus derechos.

En respuesta a la iniciativa del Gobierno, grupos feministas lanzaron una campaña, especialmente en las redes sociales, para que las mujeres retomen el control de sus vidas, que multiplicó testimonios y críticas al régimen sexista impuesto a las mujeres.

En esa campaña participó la nutricionista Mai Nasser, quien recordó las dificultades que enfrentó su madre después de que sus padres se divorciaran cuando era una bebé.

«Cada vez que yo necesitaba documentos para cambiar de escuela, viajar o acceder a servicios públicos, tenía que esperar la firma de mi padre, radicado en el exterior», escribió Nasser, de 30 años, en sus redes sociales.

El proyecto de ley habría «impuesto la tutela de un hombre, ya sea el padre, el esposo o el hermano, sobre una mujer», comentó Hoda Al-Sadda, profesora de Literatura de la Universidad de El Cairo y presidenta del Foro Mujeres y Memoria.

«Incluso le otorga al padre o al hermano el derecho de anular un matrimonio de su hija o hermana si el esposo tiene un origen social diferente», agregó.

El proyecto ha quedado aparcado por el momento ante el rechazo de los grupos de mujeres.

Los cambios propuestos en la ley incluían también que las mujeres no puedan viajar al exterior sin el consentimiento de un tutor hombre e impiden que las madres registren el certificado de nacimiento o el pasaporte de sus hijos.

Esto habría privado «a las mujeres de su capacidad legal y provocado un retroceso de 200 años en Egipto», afirmó Nihad Abu al-Komsan, una activista feminista y presidenta del Centro Egipcio por los Derechos de la Mujer.

Los derechos políticos de las mujeres han mejorado en los últimos años. Actualmente hay ocho mujeres ministras, casi un cuarto del Gabinete, y las mujeres ocupan 168 escaños legislativos de un total de 569.

En virtud de las reformas constitucionales adoptadas en 2019, las mujeres deben ocupar el 25% de los escaños de la Cámara Baja.

Pero en sus vidas cotidianas, no tienen autoridad sobre sus hijos o sus vidas personales porque la tutela está en manos de los hombres de sus familias.

Sin derechos sobre hijos

Al-Sadda destacó que desde la fundación de Egipto como Estado moderno en el siglo XIX, las mujeres han estado marginadas y sus derechos relegados.

«En 1956, las egipcias obtuvieron derechos políticos al voto, a disputar cargos públicos y alcanzar los más altos estamentos del Estado, pero el estatus personal es el mismo desde 1920», subrayó.

«Las mujeres no tienen capacidad legal de tener custodia sobre sí mismas ni sobre sus hijos y están bajo el control de los hombres de la familia», agregó.

Este mes, el Consejo Supremo Judicial decidió, en una reunión encabezada por el presidente Abdel Fatah al-Sissi, permitir por primera vez a las mujeres trabajar en la Fiscalía y en el Consejo de Estado, aunque para Omnia Taher, profesora de Derecho de la Universidad Al-Azhar, se trata de un «cambio cosmético». «La discriminación por género no va a desaparecer», aseguró.

Al-Sadda también se mantiene escéptica sobre los cambios recientes y destacó cómo las mujeres se enfrentan constantemente a barreras burocráticas.

El resultado es un régimen de «ciudadanía parcial»: «Una ministra que representa al Estado en cumbres internacionales no tiene la tutela legal de sus hijos (…) no pueden retirar las notas escolares de sus hijos sin la presencia del padre», denuncia.

Ni pueden controlar las cuentas bancarias de sus hijos, incluso si el dinero depositado allí es suyo, porque solo el padre tiene la tutela financiera.

Las mujeres no tienen autoridad sobre sus hijos ni sobre sí mismas, esas responsabilidades se delegan «en los hombres de su familia», lamenta la activista feminista.

El gran imán de Al-Azhar de El Cairo, principal institución teológica para los musulmanes sunníes en el mundo, intervino en este debate en mayo pasado.

Ahmed al-Tayeb escribió en Twitter que no hay un edicto religioso que impida a las mujeres ocupar altos cargos, viajar solas o tener partes adecuadas de derechos de herencia. Y agregó que «sus tutores no deben impedir que se casen sin un motivo válido».

Pero no llegó a decir que las mujeres deban tener los mismos derechos que los hombres. Muchos creen que la única forma de alcanzar eso es si se consagra en la legislación civil.