Arantza Gutierrez Paz e Irati Tobar Eguzkitza
LAB Irakaskuntza
GAURKOA

Apostamos por las públicas

En dos capitales se repiten fotos similares: los alcaldes Aburto y Urtaran con traje, mirando sonrientes a la cámara, estrechando la mano a otros hombres sonrientes, anunciando que Bilbao y Vitoria acogerán universidades punteras. Una imagen parecida se repitió en la presentación del «campus» de Urduliz, en este caso con el diputado general de Bizkaia, Unai Rementeria, en el centro de la imagen, vendiendo un modelo innovador que «revolucionará» los estudios superiores.

En el curso 2018/19, el 65% del alumnado de las universidades de Hego Euskal Herria eligió un centro público. En la CAV, la UPV/EHU recibió el 72% del alumnado, mientras que en Navarra un 43% decidió estudiar en la UPNA y el 57% restante en la Universidad de Navarra, un centro católico privado. Conviene destacar, asimismo, el peso de los másteres en la oferta de las universidades privadas, mientras que la mayoría de quienes se matriculan en cursos de doctorado lo hacen en la pública. El porcentaje de alumnado matriculado en las universidades públicas del Estado español fue de un 85% en el curso 2017/18. Estas cifras ponen de manifiesto que Hego Euskal Herria es un caladero atractivo para los centros de educación superior privados.

Euneiz, en trámite en el Parlamento de la CAV, viene a sumarse a la oferta privada actual de Digipen, Kunsthal, Universidad de Navarra, Deusto y Mondragon. A estas hay que añadir Leinn-Mondragón, ubicada en Zorrozaurre (Bilbao) desde enero, la facultad de Medicina Deustu-IMQ o la de Arquitectura anunciada por la Universidad de Navarra. Cada una con sus particularidades, comparten una serie de características: dirigidas a personas con alto poder adquisitivo, ofrecen títulos de alta demanda o que no pueden ser asumidos por las universidades públicas, y utilizan el liderazgo, la internacionalización, el plurilingüismo y el mito de la innovación para venderse.

A cambio de estudios pensados para supuestas élites, el alumnado matriculado en los grados de las citadas universidades tendrá un gasto de 8.000/10.000 euros por curso, más quien curse un máster. Además, en muchas de ellas se dotará a la persona egresada de herramientas para crear una start-up u otra actividad emprendedora basada en tecnología puntera. Eso mismo venden en el «campus» tecnológico Urduliz 42, creado por la Fundación Telefónica y la Diputación de Bizkaia, en el que cada persona puede aprender a su ritmo en un proceso de autoaprendizaje 24/7. En este centro, impulsado con dinero público, se ofrece un éxito basado en el modelo empresarial Google o empresa 5.0, los estudios son gratuitos y para acceder solo se necesita talento; el sueño de convertirse en el Mark Zuckerberg vasco cada vez más cerca.

En torno a Euneiz, impulsada por Querejeta en Gasteiz, se ha debatido sobre sus grados, financiación o características técnicas, pero menos sobre el impacto sobre el modelo de universidad que necesita nuestra sociedad en particular y la educación en general. Si para el tramo 0-18 reivindicamos una escuela gratuita, universal, euskaldun, coeducadora, inclusiva, laica, crítica..., en LAB creemos que los estudios superiores deben ser accesibles a toda la ciudadanía, algo que solo es posible gracias a las universidades públicas y a un potente sistema de becas. La educación nos hace personas críticas y en esa tarea las universidades tienen una gran responsabilidad, más allá de ser las depositarias del saber.

Como en la enseñanza no universitaria, la derecha impulsa un sistema dual; en eso no hay mucha diferencia entre el PP de Díaz Ayuso y el PNV, y sospechamos que tampoco en el modelo que defiende el PSOE. Recientemente, la representante del PNV, Rosa Peral, advirtió al ministro español Castells de la singularidad del llamado «sistema universitario vasco» y pidió ayudas post-doctorales para las universidades públicas y también para Mondragón y Deusto. Acabamos de saber que el Gobierno Vasco ha incluido en los fondos europeos Euskadi Next Generation una partida de 64 millones de euros para proyectos en torno a Euneiz y que Urtaran y la Diputación de Álava le van a destinar casi un millón de euros. A los centros privados del campus de Zorrozaurre se les han ofrecido espacios pagados con dinero público... Más allá de las partidas contempladas en los presupuestos generales, las administraciones de Nafarroa y la CAV destinan dinero público a diferentes centros de estudios superiores privados con la excusa de que atraen una imagen de progreso y una eventual proyección internacional. El mismo discurso se esgrime para justificar inversiones en eventos deportivos o el turismo.

Más que proyectos dirigidos a crear liderazgos basados en la competencia o en el éxito y la riqueza personal, necesitamos un sistema de aprendizaje superior basado en la opinión crítica, la cooperación y los proyectos sociales y que garantice un acceso universal, y que no segregue a quienes se gradúen en función de su poder adquisitivo. Por el contrario, los citados modelos universitarios elitistas condicionan a las universidades públicas, a las que obligan a buscar financiación externa, a superponer el inglés sobre el euskera o a premiar modelos académicos neoliberales, mientras promueven procesos de privatización. La pandemia de la covid-19 ha puesto a la vista las costuras del sistema público de investigación que lleva tiempo desviando la inversión al ámbito privado. Además, tal y como muestran algunos precedentes, puede que esos proyectos privados apoyados con dinero público sean en el futuro una vía de acceso para fondos buitre.

Por lo tanto, y porque el sistema educativo que precisa Euskal Herria necesita también una universidad pública sólida, exigimos a las administraciones que apuesten por la UPNA y la UPV/EHU, así como que impulsen la colaboración entre las universidades de Ipar y Hego Euskal Herria.