GARA
TEHERÁN

Raisi inicia un mandato entre la crisis y la amenaza exterior

El ultraconservador Ebrahim Raisi, nombrado ayer presidente de Irán, se enfrenta a una economía socavada por las sanciones estadounidenses y la crisis sanitaria –un potencial polvorín para reactivar las protestas sociales–, y al reto de reiniciar las conversaciones para recuperar el acuerdo nuclear, ante las que ha avanzado un tono de dureza. Occidente también aumenta la presión con nuevas amenazas lideradas por EEUU, Gran Bretaña e Israel.

«De acuerdo con la elección del pueblo, incorporo al sabio, incansable, experimentado y popular Ebrahim Raisi como presidente de la República Islámica de Irán», decretó ayer el líder supremo, el ayatolá Ali Jamenei.

Ganador de las presidenciales de junio marcadas por una abstención récord y casi sin oponentes, Raisi sucede a Hassan Rohani, quien en 2015 concluyó el acuerdo que limitaba el programa nuclear iraní a cambio del levantamiento de sanciones.

Raisi, antiguo máximo responsable de la Autoridad Judicial y figura de las ejecuciones y represión de la década de los 80, comenzó así oficialmente su mandato de cuatro años.

«La situación económica no es favorable para la gente, tanto por los enemigos como por las deficiencias y problemas dentro del país», señaló. Por su parte, Jamenei admitió que «resolver los problemas económicos lleva tiempo» y advirtió de que «el terreno fértil para la corrupción se encuentra dentro del Ejecutivo». La lucha contra la corrupción ha sido una de las banderas de Raisi en los últimos años.

Raisi prestará juramento y presentará sus ministros hoy ante el Parlamento. Su Presidencia confirma el dominio de los más ultras entre los principalistas, que ahora continuarán las negociaciones para recuperar el acuerdo nuclear que EEUU rompió en 2018. El nuevo presidente avanzó que «ciertamente buscaremos lograr el levantamiento de las sanciones opresivas, pero no ataremos las condiciones de vida de la nación a la voluntad de los extranjeros». La advertencia de Jamenei la semana pasada de que «confiar en Occidente no funciona» refuerza el tono de dureza.

Las sanciones restablecidas por Washington han ahogado la economía iraní, ahora golpeada también por la pandemia. Las protesta sociales que se vivieron en el invierno de 2017-2018 y nuevamente en 2019, han vuelto a la provincia de Juzestán, esta vez agravadas por la sequía.

Y, en otra serie de tensiones, EEUU, Gran Bretaña e Israel amenazan a Irán con «una respuesta colectiva» por el ataque a un petrolero. Ayer Londres acusó además de «secuestrar» varios buques.