Fernando GIMENO (EFE)
LIMA

Indiferencia y racismo ante las esterilizaciones forzadas en Perú

Miles de víctimas de las esterilizaciones forzadas cometidas en Perú durante el mandato del expresidente Alberto Fujimori (1990-2000) llevan más de dos décadas a la espera de justicia y reparación, un retraso causado en buena parte por la indiferencia del resto de la sociedad.

En su libro “Pájaros de medianoche”, la investigadora en derechos humanos Inés Ruiz Alvarado aborda la percepción y la memoria sobre las esterilizaciones forzadas cometidas bajo el mandato de Alberto Fujimori (1990-2000) tanto por parte de las víctimas como del resto de ciudadanos que se mantienen al margen porque, en parte, piensan que estuvo bien.

«Si realmente tuviéramos la conciencia de que esto es un crimen de lesa humanidad, probablemente este juicio ya estaría resuelto, pero no hay una presión por parte de los ciudadanos», afirma Efe Ruiz Alvarado.

Subraya que en Lima, donde vive la tercera parte de la población de Perú, «existe un profundo racismo enquistado y paternalismo que considera que ‘las otras’, esas mujeres andinas y amazónicas pobres que fueron esterilizadas, no tienen derecho sobre sus propios cuerpos».

«El motivo principal por el que creo que el proceso de denuncia es tan largo es porque realmente es un grupo muy pequeño que viene buscando justicia y reparación, y nosotros como ciudadanos limeños no nos involucramos para que esta justicia llegue», reconoce.

“Pájaros de medianoche” aparece cuando la Justicia peruana evalúa abrir juicio a Fujimori y a sus exministros de Salud, acusados por la Fiscalía como presuntos autores mediatos tras una tortuosa investigación de 16 años que fue archivada y reabierta varias veces. Si bien son alrededor de 2.000 las mujeres consideradas como víctimas dentro del proceso penal abierto contra Fujimori y sus exministros, no hay aún certeza sobre el número exacto de esterilizaciones forzadas.

Las denunciantes, en su mayoría mujeres andinas, quechuahablantes y pobres, narran haber sido sometidas a la ligadura de trompas bajo coacciones y engaños. «Quienes fueron esterilizadas sin su consentimiento han tardado en denunciar por miedo a que las acusen de terroristas. Recordemos que el programa de esterilizaciones se dio después del conflicto armado. Me encontré con señoras que habían sido acusadas injustamente de terroristas, encarceladas, violadas por policías y que luego fueron esterilizadas», recuerda Ruiz Alvarado.