Ingo NIEBEL
Historiador y periodista
ESCENARIO PREELECTORAL EN ALEMANIA

La CDU podría dejar de ser la primera fuerza política

La Unión Demócrata Cristiana (CDU) pierde simpatías entre sus seguidores, según se desprende de varios sondeos sobre intención de voto. El 70% de sus simpatizantes se inclinan, incluso, por sustituir al actual candidato a la Cancillería, Armin Laschet, por el ministro presidente de Baviera, Markus Söder.

Una parte de la ciudadanía alemana todavía disfruta de las vacaciones escolares de verano que, como es costumbre, los dieciséis estados federados han iniciado de forma escalonada para que 82 millones de personas no se pongan en movimiento el mismo día. Este periodo estival finalizará el 12 de setiembre. Ese mismo día se celebrarán comicios municipales en Baja Sajonia, y sus resultados serán interpretados como un aviso para los comicios generales que tendrán lugar el 26 del mismo mes junto con las regionales de Berlín y de Mecklenburgo-Antepomerania.

El regreso a las jornadas marcadas por la vida laboral y escolar –además de las imposiciones derivadas de la pandemia que están preparando el terreno para una cuarta ola– hará mella en los sondeos preelectorales.

Estos no pintan nada bien para la CDU de la canciller, Angela Merkel, que se prepara para dejar el cargo. Aún así, sigue liderando la encuesta del instituto Forsa que determina las preferencias de las y los encuestados según piensan «no estar absolutamente en buenas manos» (0 puntos) o «estar absolutamente en buenas manos» (100 puntos). Con 65 puntos, se sitúa 12 puntos por delante del ministro presidente del estado libre de Baviera, Markus Söder. Le sigue el candidato socialdemócrata a canciller, el ministro de Hacienda, Olaf Scholz (SPD), con 51 puntos. El aspirante al cargo por la CDU, Armin Laschet, sin embargo, ya no pertenece al «top 10» de esta lista. Tras perder 11 puntos se ha quedado con 29 puntos, cuatro por detrás de la candidata de los Verdes ecologistas, Annalena Baerbock.

Si los comicios hubieran tenido lugar este fin de semana, la CDU perdería por un punto ante el SPD que, según Forsa, llegaría al 23%. Los Verdes obtendrían el 18%; el Partido Liberaldemócrata (FDP), un 12%; la xenófoba Alternativa para Alemania (AfD), el 10%, y el partido socialista Die Linke (La Izquierda), el 6%. Los sondeos suelen tener un margen de error del 2,5%.

Según el diario “Augsburger Allgemeine”, Laschet corre, además, el riesgo de quedarse sin escaño en el Bundestag. Para ser elegido canciller no hace falta ser diputado, pero sí para liderar el grupo parlamentario. Ante este panorama, el 70% de los simpatizantes de la CDU, según una encuesta de Civey, quiere que esta formación y su socia bávara, la Unión Social Cristiana (CSU), cambien a Laschet por Söder, pero este último ha declinado, por el momento, la oferta.

En abril, Laschet, siendo el ministro presidente de Renania de Norte Westfalia y líder del comité regional más influyente, impuso su candidatura frente a la de Söder como antes utilizó el aparato del partido para ser elegido presidente de la CDU frente a Friedrich Merz.

«Luchamos por llegar a cerca del 30%», asegura Laschet en una entrevista a Bild-TV. El resultado quedaría dos puntos por debajo del de 2017. De ello dependerá que las y los 200 parlamentarios de la CDU y los 46 de la CSU vuelvan al Bundestag y, con ellos, sus empleados. Aunque la CSU sólo se presenta en Baviera, ha de superar el límite nacional del 5% de los votos para entrar al Parlamento federal. En 2017, el 38,8% de los votos que obtuvo correspondían al 6,2% en el ámbito nacional. Según las encuestas de julio, la CSU repetiría ese resultado.

La caída de Laschet se debe a sus comentarios y gestos desafortunados además de a su mala gestión de la catástrofe natural de julio y de la pandemia, que ha llevado a su land a liderar la creciente incidencia. Que no aprende de sus errores se ve en una reciente grabación, en la que se le ve entrar en una tienda sin ponerse la mascarilla. «No habrá otro confinamiento», declaró en una reciente entrevista aunque los científicos avisan de una nueva ola para otoño. Recurre al populismo para evitar la debacle.

«No debe haber otro 2015», señaló la semana pasada al referirse a las miles de personas que quieren escapar de los talibanes en Afganistán. Hace seis años Merkel acogió a 1,5 millones de refugiados procedentes, sobre todo, de Siria. Un reciente estudio del Instituto de Economía Mundial de Kiel (IFW) evidencia que la insólita decisión de la canciller no ha tenido ningún «efecto llamada».

Ante la crisis humanitaria en Kabul y antes de los atentados del jueves, Laschet exigió un puente aéreo, que las tropas alemanas no podían realizar sin apoyo de EEUU. En medio de la discusión sobre las causas del desastre afgano, su correligionaria, la ministro de Defensa, Annegret Kramp-Karrenbauer (CDU), llamó la atención por su autocrítica. «Cuando termine la misión reflexionaré muy bien sobre mi responsabilidad y qué conclusiones he de sacar personalmente de ello», manifestó sobre sus aciertos y errores.

‏Laschet, lejos de estar a la misma altura, ya no aparece como el sucesor de Merkel que quiere continuar su rumbo político. Se escora hacia la derecha. Por un lado, calla ante los comentarios de su correligionario Hans-Georg Maassen, exjefe del Servicio Secreto Interior, quien ejerce de bisagra verbal con la AfD en Turingia. Por otro, no quiere que haya protestas contra decisiones tomadas por la UE «porque molestan».

Ese tono autoritario pone el foco sobre su mano derecha, Nathanel Liminski, quien defiende posiciones ultracatólicas sobre homosexualidad y aborto. Su familia se ubica cerca del Opus Dei.

A la CDU le quedan ya pocas semanas para cambiar este complicado panorama