Ingo NIEBEL
ELECCIONES EN ALEMANIA

Sólo la movilización de última hora salvará a la CDU en las elecciones

El día decisivo se acerca. La Unión Demócrata Cristiana (CDU) de la saliente canciller Angela Merkel sigue sin coger fuelle. Los sondeos sitúan a la formación como segunda posición por detrás del Partido Socialdemócrata de Alemania (SPD). Pese a ello, Armin Laschet no pierde la esperanza de suceder a la canciller.

Laschet gana terreno», titulaba el diario sensacionalista “Bild”. Su diario hermano, el conservador “Die Welt”, de la editorial Springer, suele estar con la CDU, pero no con Merkel. Si hubiera sido por las corporaciones mediáticas, el exbanquero de inversión Friedrich Merz hubiera liderado el partido en vez de Armin Laschet. Si hubiera sido por los dos medios, el ministro presidente del Estado Libre de Baviera y jefe de la regional Unión Social Cristiana (CSU), Markus Söder, habría sido el candidato a canciller que habría iniciado el era pos-merkeliano. Pero Springer no manda en la CDU.

Laschet supo ganarse el apoyo del aparato del partido y de su poderoso comité regional para triunfar sobre sus dos rivales Merz y Söder. Ahora se halla solo ante unas elecciones en las que la CDU podría conseguir el peor resultado de su historia.

Los sondeos otorgan a la CDU un 22% de los votos, diez puntos menos que los que Merkel obtuvo en 2017. Un año más tarde, la jefa de Gobierno anunció que dejaría la presidencia del partido y que tampoco se presentaría a los comicios generales de 2021. Al frente de la CDU le sucedió Annegret Kramp-Karrenbauer. Dos años después, sin embargo, renunció al cargo, desvaneciéndose así su posible candidatura a canciller. La pandemia impidió que la CDU pudiera elegir a su sucesor en 2020.

Con este contexto como telón de fondo, el ministro presidente de Renania del Norte Westfalia Laschet se presentó como el salvador del partido y junto con el ministro federal de Sanidad, Jens Spahn, formó un equipo para ganar la Presidencia.

En ese binomio, Laschet parecía querer dar continuidad a la política de Merkel, mientras que Spahn se perfiló como un moderado crítico de la canciller. Merz, en cambio, encarnaba la ruptura con la jefa de Gobierno. No se le olvida que en 2002 Merkel le quitó la presidencia del grupo en el Bundestag, convirtiéndose así en la líder de la oposición.

A pocos días antes de las elecciones, solo la disciplina interna de la CDU y CSU evita mayores críticas a Laschet. El triunfalismo del “Bild” se debe a que las encuestas dan al SPD, encabezado por su candidato Olaf Scholz, sólo tres puntos más que a la CDU. Los expertos creen que el partido de Laschet aún tiene potencial para movilizar a los votantes mientras que los socialdemócratas (25%) y los Verdes ecologistas de Annalena Baerbock, con un 17%, ya han tocado techo.

La pregunta del millón es cómo el candidato de la CDU va a movilizar a alguien sin tener perfil político. No es ni una copia de Merkel ni un original. Si hay un gesto que ha beneficiado positivamente a la canciller es la acogida de más de un millón de refugiados en 2015. Siguiendo esa línea, Laschet visitó en 2020 el campo de refugiados de Moria en la isla griega de Lesbos. No obstante, ante la evacuación de civiles de Afganistán dio la consigna de «no repetir 2015».

Ese mismo zigzageo se ha visto en los debates de televisión con Scholz y Baerbock. Aunque atacó fuerte al socialdemócrata, el vicecanciller y ministro federal de Hacienda permaneció tranquilo y argumentó objetivamente. El pasado lunes, la CDU y los liberales (FDP) lo confrontaron en el Parlamento sacando a relucir algunos escándalos financieros. Pero tales acusaciones no hicieron mella en él. Scholz parece de «teflón» como Merkel, no como Laschet, que incluso ha contestado de malas maneras a niños cuando le ha molestado alguna pregunta.

En la CSU se habla ya de escenarios postelectorales. En caso de que su gran hermana -que se presenta en toda Alemania menos en Baviera-, quede segunda, su secretario general, Alexander Dobrindt, advirtió contra aquellos que barajan la posibilidad de liderar una coalición de gobierno aunque se pierdan las elecciones.

Su jefe Markus Söder se inclina por un tripartito de la CDU con los Verdes y los liberales (FDP) si la CDU gana, mientras que Merz «lucha por la primera posición».

Esta lucha se hace difícil para todos los partidos porque se calcula que un 40% del electorado ya ha votado por correo. «Las encuestas preelectorales no son pronósticos», advierte el director del instituto Dimap-Infratest, Nico A. Siegel, en un encuentro con las y los corresponsales de la Asociación de la Prensa Extranjera (VAP). Reflejan la probabilidad de que un partido gane las elecciones en un momento dado pero no pueden presagiar el resultado final. Teniendo en cuenta que el margen de error en este tipo de sondeos se sitúa entre 2 y 3 puntos, la ventaja del SPD sobre la CDU se relativiza un tanto de cara al resultado final.

Hasta ahora ha habido consenso político en Alemania en que el partido más votado sea el encargado de formar una mayoría parlamentaria para que su candidato a canciller sea elegido. Si fracasa, el testigo pasaría a la segunda fuerza.

Si la CDU no vence al SPD, la suerte de Laschet parece echada. Primero, porque tal vez no sea elegido diputado para el Bundestag. Para ser canciller no le hace falta, pero para ser jefe de oposición sí. Segundo, la campaña ha sido muy personalista, no la de un programa específico. En el caso de que la CDU pase a la oposición tendrá que reformarse por completo, empezando con la cúpula, que tendrá que definir su perfil político.