La OIT insiste en una hoja de ruta inclusiva, sostenible y resiliente
Bajo las premisas de una recuperación estancada en los mercados de trabajo y una gran divergencia entre las economías desarrolladas y en desarrollo, ambas determinadas por la «desigualdad de la distribución de las vacunas y de la capacidad fiscal», la OIT insiste en su llamamiento a velar por una recuperación inclusiva, sostenible y resiliente.
«Impulsar una recuperación que sea inclusiva, sostenible y resiliente debe convertirse en una de las principales prioridades de las políticas públicas», declaró Guy Ryder, director general de la Organización Internacional del Trabajo (OIT), antes de subrayar que el Llamamiento Mundial a la Acción ofrece «un camino claro y completo»&flexSpace;que permitirá a los países «convertir en acciones concretas la aspiración moral y política de no dejar a nadie atrás».
El llamamiento se adoptó en la Conferencia Internacional del Trabajo celebrada el pasado mes de junio y la OIT volvió a insistir en la necesidad de adoptar esta hoja de ruta en su reciente informe sobre los efectos del covid en el trabajo mundial.
Los delegados de gobiernos, empleadores y trabajadores de 181 países adoptaron por unanimidad el Llamamiento Mundial a la Acción, en el que se esboza «una agenda global, con medidas específicas de calidad, y el desarrollo económico, la protección de los trabajadores, la protección social universal y el diálogo social». Insta, además, a aplicar políticas que den prioridad a «la creación de trabajo decente para todos y que subsanen las desigualdades».
En los cuatro meses transcurridos desde la aprobación de esa hoja de ruta la situación no ha mejorado. Si en junio se calculaba que para finales de año se perdería el equivalente a 100 millones de empleos con respecto a 2019, hace poco más de una semana se elevaba ya a 125 millones. «Es hora de aplicar esta hoja de ruta», apremió, por ello, Ryder.
El informe constata que en el tercer trimestre de este año el total de horas trabajadas en los países desarrollados fue un 3,6% inferior al del cuarto trimestre de 2019. La diferencia en los países emergentes, sin embargo, se situó en el 5,7% y en el resto, en el 7,3%.
La OIT atribuye «en gran medida» esta divergencia a la brecha existente en el acceso a las vacunas y los paquetes de medidas de estímulo fiscal. Y expone que por cada 14 personas vacunadas con la pauta completa en el segundo trimestre de 2021, se añadió un puesto de trabajo equivalente a tiempo completo al mercado laboral mundial.
Precisa que sin vacunas, la pérdida de horas de trabajo a nivel mundial se habría situado en el 6% en el segundo trimestre de 2021, y no en el 4,8% registrado.
Solidaridad mundial
Considera que estos desequilibrios podrían resolverse «rápida y eficazmente» su hubiera una mayor solidaridad mundial en torno a las vacunas. Calcula que «si los países de ingreso bajo dispusieran de ellas en pie de igualdad, la recuperación de las horas de trabajo se equipararía a la de las economías más ricas en poco más de un trimestre».
El otro factor clave en los procesos de recuperación, el de los paquetes de estímulo fiscal, es también reflejo de la profunda brecha existente. «Las estimaciones indican que, en promedio, un aumento del estímulo fiscal del 1% del PIB anual aumentó las horas de trabajo anuales en 0,3 puntos porcentuales con respecto al último trimestre de 2019».
La pandemia ha tenido consecuencias para los trabajadores, la productividad y las empresas que han agravado las disparidades. Las proyecciones realizadas avanzan que la brecha de productividad entre los países desarrollados y los emergentes se ensanchará hasta nivel.
«La trayectoria actual de los mercados de trabajo es de una recuperación estancada, con la aparición de importantes riesgos a la baja, y una gran divergencia entre las economías desarrolladas y en desarrollo», concluyó Guy Ryder.
Consideró «dramático que estas tendencias vengan determinadas por la desigualdad de la distribución de las vacunas y de la capacidad fiscal, y es acuciante solucionar ambos aspectos».