Cómo y cuán profunda e impunemente habrá enraizado el ideario de extrema derecha en Francia para que el semanario de “Le Figaro” titule esta semana con inequívoco alarmismo que en las escuelas de la República se adoctrina a los alumnos sobre «el antirracismo, la ideología LGTB+ o el pensamiento decolonialista». Es como si hubiéramos retrocedido a los años treinta, cuando este diario que ahora se dice gaullista y liberal defendía los movimientos profascistas antiparlamentarios franceses, apoyaba el levantamiento franquista o se situaba al lado de la Francia colaboracionista de Vichy. En este contexto, a nadie le extraña que el presidente de la muy conservadora Federación Nacional de Cazadores haya propuesto este mismo domingo que los cazadores puedan actuar como «policías de proximidad» para luchar contra «la delincuencia rural», como aquella milicia implantada por el régimen pronazi del mariscal Pétain.

Pero esto no es ninguna sorpresa en un país que sigue repitiendo cada 11 de noviembre, ante escolares de primaria y sin ninguna perspectiva crítica, una ceremonia patriótica y marcial con marsellesa, banderas y uniformes en recuerdo de «los muertos por Francia». Una ceremonia que esconde sin rubor alguno que, en realidad, aquellos hombres murieron por culpa de los intereses de un Estado racista, xenófobo, sexista, homófobo y colonialista que algunos reivindican todavía.