Amaia U. LASAGABASTER
SEGUNDA

La falta de pegada penaliza a un Sanse mejorado

El Tenerife se adelantó con un gol que no debió subir al marcador.

TENERIFE 2

SANSE 0


El Sanse recuperó su mejor cara, como tantas veces cuando se aleja de Donostia, pero no le sirvió de nada. Le faltó pegada, también suerte con el árbitro que debía haber anulado el primer gol del Tenerife, y acabó encajando su segunda derrota consecutiva, quinta en seis jornadas. Un paso atrás multiplicado por el hecho de que, de los once últimos clasificados, Amorebieta y Sanse hayan sido los únicos incapaces de puntuar este fin de semana, lo que provoca que el filial donostiarra pierda una posición y amplíe a tres puntos su desventaja con la 18ª plaza.

Con Arambarri fuera de la convocatoria, a la que regresaba Zubiaurre tras superar la lesión que sufrió contra la Ponferradina nueve jornadas atrás, el Sanse encaró el choque con cuatro novedades y un equipo más parecido al del Molinón. Si no en los nombres –Pokorny se situó como tercer central por Pacheco y Aldasoro ocupó la vacante de Navarro, de nuevo ambos con el primer equipo–, sí en el dibujo. Un traje con el que volvió a sentirse bien el equipo aunque, asfixiando a su rival menos de lo que hizo en Gijón, y también contra un contrincante más entonado que aquél, no pudieron evitar que el Tenerife mordiera en cuanto encontró un hueco.

Lo aprovechó Gallego, respondiendo al agujero en la zaga y la media salida de Ayesa con una vaselina que supuso el 1-0. Y que no debía haber subido al marcador por la falta previa de Mollejo a Blasco que ni el árbitro ni sus colegas de la sala VOR debieron apreciar.

Los precedentes no invitaban al optimismo. El Tenerife, al que además la victoria daba el segundo puesto, sólo ha desperdiciado una ventaja en toda la temporada y el Sanse, por el contrario, nunca ha volteado un marcador en contra. A cambio, lo que se vio sobre el césped del Heliodoro tras el gol permitió ilusionarse con un buen resultado. Cómodo con su posición, paciente con el balón pero ágil para dirigirlo al área, el filial blanquiazul tuvo a su rival prácticamente encerrado durante casi media hora, en la que Soriano se convirtió, si no en el mejor, sí en el futbolista más atareado de su equipo.

Sólo en los minutos previos al descanso pudieron los canarios sacudirse el dominio visitante y lanzar dos contras que, milagrosamente, no acabaron en gol, como no lo habían hecho antes el remate de Aldasoro que dio en la base del poste o la falta directa que Roberto López estrelló en la cruceta.

La tónica fue simiar en el segundo tiempo aunque al Sanse se le iba viendo cada vez menos capacidad para hacer daño a un rival que no parecía incódomo pese a su mínima ventaja y la presencia rival en el área y que fue mejorando con el paso de los minutos y, sobre todo, los cambios. Y que, al contrario de los donostiarras, necesitó pocas, aunque claras, llegadas para marcar. El aviso lo firmó Gallego con un remate al larguero y la sentencia Míchel, a tres del final, culminando una buena acción de Appeh. También marcó Mollejo pero éste sí lo anuló el árbitro por fuera de juego.