El abrigo
Para que Pinocho fuera a la escuela, Gepeto vendió su abrigo. Pinocho, agradecido, estudió con empeño para así tener trabajo, ganar dinero y comprarle un abrigo a Gepeto. Por si acaso la espera resultaba muy larga y fría, el Hada Azul recuperó el abrigo de Gepeto y hasta comieron perdices. Aquí termina el cuento. Lo que su autor, Carlo Collodi, no contó es que, años después, Gepeto volvió a vender su abrigo para que Pinocho fuera a la universidad y que Pinocho, agradecido, se esforzó al máximo en los estudios para así tener trabajo, ganar dinero y poder comprarle un abrigo a Gepeto y que, con el amparo del Hada Azul, Gepeto siguió vendiendo y recuperando su abrigo para que Pinocho hiciera un postgrado, un máster, se presentara a oposiciones, consiguiera plaza… y así tener trabajo, ganar dinero y poder comprarle un abrigo a Gepeto.
Gepeto, viejo y enfermo, está desesperado. Con la pensión recortada y la hipoteca vencida, al borde del desahucio, ya ni el Hada Azul, trasladada a otro cuento, le hace maldito caso. Después del abrigo Gepeto también vendió el sombrero, la camisa, los pantalones, los zapatos…
Pinocho, casado y con un hijo, vive junto a su mujer, también desempleada, en casa de Gepeto. Hoy se disponía a vender su abrigo para que su hijo pudiera ir a la escuela cuando, desolado, advirtió que no tenía abrigo.
(Preso politikoak aske)
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