EDITORIALA
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Chile, una victoria popular que trasciende fronteras

Gabriel Boric será el próximo presidente de Chile. Con un 55% de participación, la cifra más alta desde que en 2012 el voto pasó a ser voluntario y ocho puntos superior a la primera vuelta del 21 noviembre, el candidato de Apruebo Dignidad se impuso en la segunda ronda al ultraderechista José Antonio Kast. Recabó el 55,8% de los apoyos y le sacó un margen de más de diez puntos, casi un millón de votos de diferencia. Detrás de este resultado está la gran capacidad que ha tenido la campaña del ya presidente electo para movilizar a las capas más populares, así como a jóvenes y mujeres. Ellos y ellas son quienes, a pesar del burdo intento por obstaculizar el derecho al voto paralizando el transporte público, han catapultado al sillón presidencial de La Moneda a un Boric que asumirá el cargo el próximo mes de marzo, con solo 36 años.

Boric encarna hoy a esas nuevas generaciones de luchadores y luchadoras sociales y líderes estudiantiles que, sin haber sufrido los horrores de la dictadura, han defendido, poniendo sus propios cuerpos en primera línea, un Chile más justo e igualitario, más digno para todas las personas que lo habitan. Este cambio de ciclo puede y debe suponer también un espaldarazo para un país que, no lo olvidemos, está en proceso de redactar una nueva Constitución tras enterrar, primero en las calles y después en las urnas, la heredada del régimen de Augusto Pinochet. El otrora laboratorio del neoliberalismo tiene ante sí la oportunidad histórica de impulsar una nueva agenda, más social, más feminista y más ecologista que ayude, por de pronto, a mitigar la abrumadora desigualdad. Si lo conseguido es grande, el reto que aguarda es abismal.

En clave latinoamericana, el viraje de Chile es un nuevo impulso a la izquierda que se suma a los anteriores de México, Argentina, Bolivia, Perú o, más recientemente Honduras. La tendencia es, sin duda, esperanzadora. Y en 2022 toca cita con las urnas en Colombia y Brasil.