EDITORIALA
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La crisis del fentanilo arrasa en EEUU

Por primera vez en su historia reciente, las muertes por sobredosis de drogas en EEUU han superado las 100.000 en un año. Eso supone un incremento de un 30% respecto a los doce meses anteriores. El 80% de estas muertes están relacionadas con los opioides sintéticos y, principalmente, con el fentanilo. Este medicamento es un fuerte opioide similar a la morfina, pero entre 50 y 100 veces más potente que esta o la heroína. Puede provocar una gran dependencia y se receta a pacientes con dolores muy fuertes o que han superado una cirugía dura. Evidentemente, también se trafica con él, porque es más barato que otras drogas y se puede mezclar con ellas. El incremento de muertes también tiene que ver con la adulteración y la baja calidad. Los muertos no saben lo que toman.

La crisis del fentanilo es considerada por las autoridades estadounidenses una epidemia y se ha disparado en medio de la pandemia de covid-19. El aislamiento, la desesperación, el cansancio, los problemas para acceder a la atención sanitaria y otros efectos de la sindemia han sido factores que han favorecido el incremento del consumo de estas drogas. El mercado, cómo no, tenía sus propias razones de rentabilidad. Esta crisis ha golpeado con mucha más fuerza a las comunidades negras, aunque el impacto en el debate público ha partido del incremento de casos entre blancos. La guerra contra las drogas se ha mostrado totalmente ineficaz para frenar esta dinámica. Una vez que alguien entra en el carril penal norteamericano pasa a ser ciudadano de segunda, pierde derechos y cae a un sistema paralelo del que difícilmente podrá salir.

Paradójicamente, la pandemia ha demostrado que muchas cosas que se presentaban como imposibles o inviables se convertían en factibles de un día para otro. Las dimensiones de esta crisis social y sanitaria deberían cuestionar todos los dogmas y las inercias, abriendo la opción a debatir una política radicalmente distinta.