Se tiende a pensar que la realidad es algo objetivo que está ahí fuera, al margen de que haya alguien mirando o no. Sin embargo, la realidad también se construye; siempre hay algo sobre lo que se posa la atención y siempre hay un entorno que actúa de fondo y sirve de contraste a ese objeto que destaca. Y esa operación de enfoque y puntuación la realiza el observador. Con ella aporta su granito de arena a la construcción de la realidad que la sociedad ve. De ahí la importancia, por ejemplo, de lo que la prensa destaca: es muy diferente que sean muertes por accidente laboral o chismorreos.

Conscientes de ello, los responsables del Gobierno de Gasteiz han aprovechado cada flexión en la tendencia de la pandemia para cambiar los datos que se hacían públicos, o la periodicidad, en un intento vano de tratar de construir una realidad menos catastrófica. El problema es que el foco de todas las personas está en la pandemia y sus consecuencias y, con datos oficiales o sin ellos, se ha seguido perfilando una realidad que se caracteriza cada vez más por el desbordamiento: el Ejecutivo está totalmente superado y además carece de estrategia reconocible. En cualquier caso, hasta ahora, se ofrecieran los datos o no, en teoría se seguían recopilando para darlos de manera agregada o para que los estudiosos puedan en algún momento analizarlos de cara a futuras crisis sanitarias. Ayer, sin embargo, la consejera de Salud de Lakua, Gotzone Sagardui, informó de que a partir de ahora no se recopilaran todos los contagios, solamente los casos con síntomas graves o que pertenezcan a colectivos vulnerables. Una decisión que no se puede entender más que como un burdo intento de construir otra realidad, pero que además escamotea información muy relevante sobre la expansión de la pandemia a la ciencia y a la sociedad en general.

Con datos incompletos es imposible perfilar una estrategia más eficaz contra la covid. La de ayer es una decisión gravísima que indica que el Ejecutivo de Gasteiz está totalmente superado por la pandemia.