EDITORIALA

Una democracia viva necesita tensión activa

Los republicanos estadounidenses han conseguido aprobar 33 leyes en 19 estados que endurecen los requisitos para participar en el proceso electoral, algo que restringe especialmente el voto de las minorías. Los demócratas han planteado una reforma electoral federal con el objeto de detener ese proceso, pero la minoría republicana en el Senado la mantiene bloqueada con argucias procedimentales. La inoperancia demócrata ha provocado un aluvión de críticas que el presidente, Joe Biden, pensaba atajar con un viaje a Atlanta. Sin embargo, varios líderes afroamericanos le han pedido públicamente que no fuera si no tenía un plan claro para impulsar la legislación sobre derechos electorales. Con las elecciones de medio mandato encima, las palabras ya no bastan, la gente pide hechos.

La pérdida de calidad de los sistemas democráticos es una realidad que no solo atañe a EEUU. En Europa también se pueden encontrar numerosos ejemplos de perversión de las reglas de juego, que no solo afectan a algunos países del Este de Europa; no hay que olvidar la imposibilidad de ejercer el derecho a decidir aquí. Ni que decir tiene que la construcción europea no es precisamente un modelo de democracia. Los órganos de elección popular apenas tienen prerrogativas y las decisiones importantes se toman entre Gobiernos, al margen del escrutinio público. Y si las cosas se tuercen, enseguida aparecen los gestos autoritarios. Baste recordar el atentado que suponen las reglas fiscales europeas –ahora en suspenso– contra gobiernos soberanos, y la imposición de recortes y medidas austericidas vía Troika y hombres de negro.

En algunos sitios de manera burda, en otros de forma más sibilina, pero en todas partes crecen los gestos autoritarios y la democracia se resiente. Puede que haya gente que creyera que con el derecho a voto estaba todo hecho. Sin embargo, la experiencia enseña que cuando los sistemas políticos no se renuevan, terminan degradándose. Buena muestra es la actual deriva autoritaria. Fortalecer la democracia exige mantener siempre la tensión.