EDITORIALA

Sobran cajas vacías y falta sostén al talento

La Diputación de Bizkaia y el Ayuntamiento de Bilbo acompañados por la viceconsejera de Tecnología de Lakua, Estíbaliz Hernáez, presentaron ayer el proyecto del Centro Internacional de Emprendimiento. Situado en la Torre Bizkaia, propiedad de un fondo de inversión estadounidense y ahora en venta, este proyecto busca, según sus promotores, conectar los equipos de innovación de grandes empresas para tratar de incubar y acelerar la creación de nuevas compañías tecnológicas. En resumidas cuentas, un proyecto público para que las multinacionales vascas se lancen a crear nuevos proyectos empresariales.

Hace algún tiempo el diputado general Unai Rementeria definió el diseño como el «Guggenheim del emprendimiento» y ayer los presentes dieron muestras de gran capacidad de innovación, al menos, conceptual: hablaron de cantera local de talento, de ciudad de oportunidades, de grandes y rompedoras ideas, de conexión internacional con otros polos tecnológicos, de colaboración público-privada, etcétera. Un compendio completo de palabras huecas más propias de una operación de marketing que de un proyecto ensamblado en el tejido económico vasco. De la solvencia del diseño puede dar idea el hecho de que la primera licitación de su gestión quedó desierta y, para que finalmente se haya puesto en marcha, la aportación de fondos públicos ha crecido de los 10,5 hasta los 26,5 millones de euros. A falta de otras virtudes, la Diputación también modificó el tratamiento a las rentas irregulares para que directores ejecutivos con sueldos astronómicos, y cuyo mayor talento es ganar dinero, vayan a trabajar a Bilbo, mientras el verdadero talento de este país, los jóvenes investigadores, sobrevive entre contratos precarios y proyectos efímeros a causa de una financiación raquítica.

No hay duda de la habilidad de los responsables institucionales para apañar envoltorios atractivos. Pero este país ya tiene suficientes cajas vacías profusamente decoradas, lo que necesita ahora es que estrategias que arropen aquello que se llamó materia prima vasca: la gente.