Belén Martínez
Analista social
AZKEN PUNTUA

«Magna moralia, minima moralia»

Desde la guerra del Golfo existe una contranarrativa infestada de expresiones vinculadas a la defensa de la paz que influyen en la manera en que percibimos la guerra, erosionando nuestra capacidad para distinguir verdad y manipulación deliberada. Las «millennial» se han socializado en las mal llamadas guerras «humanitarias» y/o «preventivas», que buscan su legitimación en la defensa de los derechos humanos. Guerras disfrazadas de entrometimiento, con colosos bélicos. Puro sarcasmo, como las «no fiestas».

¿Es el fin de la pos Guerra Fría? El Reino de España y la OTAN hablan de diálogo y desescalada, al tiempo que el primero ofrece a la alianza militar el envío de cazabombarderos del Ejército del Aire y la fragata Blas de Lezo, en el marco de la operación «disuasión» a Rusia. Es la Pax americana, que poco o nada tiene que ver con la paz perpetua. ¡Oh desconsolado Kant!

Yo también suscribo el “Manifiesto por la paz y para evitar una nueva guerra en Europa: desescalada y diálogo, no envío de tropas ni armamento a Ucrania”. Este conflicto solo puede resolverse a través del diálogo, la distensión y el convencimiento de que la paz es el único camino. Volvamos a la senda de los Acuerdos de Helsinki, de 1975, el Memorándum de Budapest y los acuerdos de Minsk. Darse una segunda oportunidad, hasta encontrar la forma precisa.