Aitor AGIRREZABAL
JUICIO CONTRA IRATXE SORZABAL

«Con el infierno que me hicieron pasar no podía hacer otra cosa»

Iratxe Sorzabal negó ayer en la Audiencia Nacional los hechos que se le imputan, una acusación que, tal y como recordó, se basa en la autoinculpación realizada durante el periodo de incomunicación. «Me autoinculpé e inculpé a otros. La Guardia Civil me torturó y me obligó a hacer esas declaraciones», relató en el arranque del juicio.

Durante el juicio que comenzó ayer en la Audiencia Nacional española, Iratxe Sorzabal relató las torturas sufridas a manos de la Guardia Civil tras ser detenida e incomunicada en marzo del año 2001.

«Me autoinculpé e inculpé a otros. La Guardia Civil me torturó y me obligó a hacer esas declaraciones. Todas esas acusaciones son falsas», subrayó a preguntas de la Fiscalía. «Durante esas sesiones de tortura me obligan a aprender cosas de memoria, repetimos declaraciones», expuso con crudeza.

La Audiencia Nacional juzga desde ayer a Iratxe Sorzabal por una acción armada en Xixón en 1996 que no causó víctimas, la única causa por la que recientemente ha sido entregada temporalmente por el Estado francés, donde cumple condena. El Ministerio Público y la AVT piden 46 años de cárcel para la presa irundarra.

Tras ser detenida y pasar por el cuartel de Intxaurrondo, Sorzabal fue trasladada a Madrid en un vehículo de la Guardia Civil. «Allí empezó todo el infierno», señaló. «En el coche me pusieron un antifaz, me aplicaron las descargas, me golpean, me insultan, me soban, me vejan, me asfixian con una bolsa», recordó.

Cinco días incomunicada

Las sesiones de tortura continuaron en dependencias del instituto militar, donde estuvo cinco días incomunicada y tuvo que afrontar interrogatorios sin un abogado de confianza.

Según narró, durante aquellas sesiones se dedicaban a aprender de memoria la declaración. «Ensayábamos todo y me decían que me iban enseñar unas hojas y unas fotos, y que tenía que reconocer a éste o a ésta. Y, después del ensayo, tenía que hacerlo».

El primer día no pudo relatar ante el médico forense el trato que estaba sufriendo. «Era en un cuartucho al lado de donde me torturaban. Pensaba que era un Guardia Civil que se hacía pasar por forense para ver qué decía. No me fiaba. No le dejé ni tocarme. Estaba aterrorizada».

El segundo día de aquella incomunicación Sorzabal tuvo que ser trasladada al hospital, donde fue reconocida por el médico forense. «El segundo día estaba tan destrozada que pensaba que más de lo que me estaban haciendo no podían hacerme. Le enseñe las marcas, en carne viva, y al verme vio que debía ir al hospital».

Una vértebra desplazada

La Guardia Civil quería estar presente en la consulta durante el reconocimiento en el hospital. «No podía contarle al médico lo que me sucedía con ellos delante», expuso.

Al final, los agentes del instituto armado abandonaron la sala, a pesar de que un miembro de la seguridad de hospital estuvo en todo momento presente. «El médico me dirigió a distintos especialistas por todas las marcas de los electrodos, me hicieron una biopsia y tenía una vértebra desplazada», rememoró.

Sorzabal relató que de vuelta en sede policial le pusieron tres opciones sobre la mesa. «Si no subo a declarar, si no hago lo que dicen, me dan el mismo trato. Más electrodos, más bolsa. Si subo y no digo lo que ellos dicen, será peor. Si hago lo que dicen, ya no me tocan».

Es ahí cuando decidió autoinculparse e inculpar a otras personas. «Elijo la tercera. Después del infierno que me estaban haciendo pasar no podía elegir otra», apuntó ayer visiblemente conmocionada.

«Me autoinculpo de delitos muy graves e inculpó a personas que conozco y a las que no conozco. Les dije que, si querían, firmaba que había matado a Carrero Blanco. Me dijeron que eso no podían hacerlo creíble, pero que estuviese tranquila, que me iban a meter otros muchos», añadió.

Ante el juez

Tras los cinco días de incomunicación, declaró ante el juez de la Audiencia Nacional Ismael Moreno que no eran ciertas las declaraciones realizadas en sede policial. «Le conté lo que me hicieron y las torturas».

Sorzabal denunció las torturas sufridas a manos de la Guardia Civil, un caso que quedó archivado, «como otros muchos», pero que, según dijo ayer la irundarra, «está a punto de reabrirse al encontrarse nuevos detalles».

Unas torturas que han quedado también reflejadas en la investigación que ha desembocado en la realización del documental ‘Bi arnas’, del que se hizo eco NAIZ el viernes de la pasada semana.

En unas imágenes encontradas durante el proceso de elaboración, en una grabación de 2001, poco después de ser detenida, Sorzabal relata lo vivido y destaca que no tenía «miedo» a morir durante las sesiones de tortura. «Yo no tenía miedo a morir, tenía ganas de morir».

Fotografías de las marcas

La denuncia de torturas, a pesar de tener un corto camino judicial en el Estado español, tuvo mucho eco, porque al contrario de otras denuncias, en su caso hubo fotografías de las marcas de los electrodos. De hecho, diferentes organismos internacionales se interesaron por la denuncia e investigaron los hechos, y un experto en el protocolo de Estambul analizó su denuncia durante la última causa por la que fue juzgada en el Estado francés y ratificó la versión de la presa vasca.

Durante la primera sesión de la vista oral, Iratxe Sorzabal reconoció su pertenencia a ETA, después de haber quedado en libertad en aquella ocasión, pero rechazó su vinculación con el denominado “comando Ibarla”, al que la acusación relaciona con los hechos juzgados, del mismo modo que negó las acusaciones que se le imputan.

Del mismo modo, relató el trabajo que realizaba en Gestoras Pro Amnistía cuando fue detenida por la Guardia Civil en 2001. Se dedicaba, explicó, a la denuncia de la tortura, trabajando con organismos internacionales y cuando todavía no era miembro de ETA. «No tenía ni idea de por qué me detienen. Días antes detuvieron a Aitor Olaizola, del pueblo (Irun) pero que yo no lo conocía. Y, como supe después, le obligaron a decir que yo le había captado para ETA. En cinco días la Guardia Civil no me preguntó nada sobre Aitor Olaizola», explicó.

Iñarritu: «Muchos casos»

Jon Iñarritu, diputado de EH Bildu, compareció ante los medios a las puertas del tribunal especial y recordó que el juicio se basa en «declaraciones obtenidas bajo tortura», subrayando que no se trata de un caso aislado. «En Euskal Herria ha habido muchos casos. En el informe de Lakua queda claro que son más de 5.000», señaló.

En el caso de Sorzabal, Iñarritu destacó que su denuncia fue avalada por el Protocolo de Estambul. «Es intolerable. La tortura es sistemática y sistémica. Todavía hoy vemos cómo las instituciones del Estado y la propia justicia miran hacia otro lado. Se deben tomar medidas de una vez y este tipo de juicios no se deben seguir realizando», expresó al respecto.