Dabid LAZKANOITURBURU
INTERVENCIÓN MILITAR RUSA EN UCRANIA

Rusia da la razón a sus rivales y ataca militarmente a Ucrania

Tras semanas desmintiendo las alertas de EEUU, Rusia iniciaba ayer una operación militar en Ucrania. Moscú asegura que se objetivo es debilitar al Ejército ucraniano y permitir a los rebeldes del Donbass avanzar en su ofensiva. Kiev insiste en que es el inicio de una invasión del este y sur de Ucrania y con el objetivo de llegar hasta la capital.

El presidente ruso, Vladimir Putin, lanzó en la madrugada de ayer una operación militar con bombardeos aéreos contra las infraestructuras militares ucranianas y con incursiones terrestres desde el este, el sur, el centro y el norte de Ucrania.

El inquilino del Kremlin dio la orden de iniciar las hostilidades a las 6 de la mañana hora local (4 de la madrugada en Euskal Herria) dos días después de que reconociera la «independencia» de las provincias prorrusas de Donetsk y Lugansk, lo que le permite justificar una guerra en auxilio de aquellos territorios frente a un «genocidio» por parte de Kiev y para frenar el expansionismo de la OTAN.

«He tomado la decisión de (lanzar) una operación militar especial», anunció por televisión. «Nos esforzaremos en llegar a una desmilitarización u desnazificación de Ucrania», señaló para defender un ataque militar, utilizando un discurso que identifica a todo el Estado ucraniano con el nazismo y, en nombre de un supuesto antifascismo, niega la soberanía de Ucrania y justifica injerencias como la de ayer.

«No tenemos entre nuestros planes una ocupación de los territorios ucranianos, no planeamos imponer por la fuerza nada a nadie», aseguró Putin, quien sí apeló al Ejército ucraniano a «deponer las armas».

«Lo que tenga que durar»

El portavoz del Kremlin, Dimitri Peskov, precisó a mediodía que «la duración de la operación estará determinada por sus resultados y su pertinencia».

Eso sí, y pese a insistir en que el objetivo es eliminar a los nazis», Peskov se negó a valorar si el presidente ucraniano, Volodymyr Zelensky, es nazi.

Zelensky, judío, comparó la ofensiva rusa con la invasión nazi de Ucrania, entonces parte de la URSS, en 1941.

Explosiones

Tras el discurso del presidente Putin, el Ejército ruso bombardeó objetivos en la capital Kiev; en Kramatorsk, ciudad del este que alberga el cuartel general del Ejército ucraniano en la provincia de Donetsk; en Jarkov, segunda ciudad del país; en Odessa (sur), puerto sobre el mar Negro; y en Mariupol, puerto estratégico en el mar de Azov, bajo control de Ucrania, pero situado en Donetsk.

El presidente Zelensky decretó la ley marcial y el estado de guerra y llamó a la población a «no ceder al pánico», pese a que anunció que da permiso a la población ucraniana a llevar armas, y prometió a los que se sumen a las fuerzas reservistas que les perdonará multas y sanciones de la Administración.

Los analistas consideran que, incluso con el rearme a cargo de EEUU y sus aliados más firmes en Europa, el Ejército ucraniano tiene entre un 10% y un 25% de la capacidad militar de la Armada rusa. Eso sin contar los daños de los ataques a su infraestructura militar.

Con lo que sí cuenta, eso sí, es con la esperanza de que la agresión rusa incremente la ira de una población mayoritariamente antirrusa.

Y ese puede ser el problema de Putin, el de verse arrastrado a una ocupación de (parte de) Ucrania que podría hacer revivir viejos fantasmas para la población rusa.

Decenas de civiles muertos

La Presidencia ucraniana reconoce más de 40 bajas militares mortales, incluidos 14 soldados que viajaban en un avión militar «estrellado» en la región de Kiev, y la muerte de una decena de civiles. Las autoridades ucranianas de la región de Odessa anunciaron la muerte de 18 civiles en un bombardeo ruso.

A partir de ahí, los informes y desmentidos hacían difícil distinguir entre informaciones fiables y propaganda de guerra.

Ucrania anunciaba la muerte de «medio centenar de ocupantes rusos» y el derribo de varios aviones de guerra, además de la captura de varios tanques.

Rusia, que desmintió todas esas afirmaciones, informó de que dejó «fuera de servicio» 74 instalaciones terrestres del Ejército ucraniano, incluidos «11 aeródromos de la Armada del Aire», según el portavoz del Ministerio ruso de Defensa, el general Igor Konachenkov.

Ucrania insistía en que el Ejército ruso estaría penetrando por tierra desde las provincias rebeldes de Donetsk y Lugansk, desde el noreste hacia Jarkov, desde la Crimea anexionada y desde el mar Negro a las ciudades sureñas de Odessa – la base más importante de la flota ucraniana– y Jerson y, finalmente, desde Bielorrusia hacia la capital, Kiev. Paracaidistas rusos habrían tomado el control del aeropuerto militar de Gomel, a 40 kilómetros de la capital.

Kiev vive en toque de queda y habilitó las estaciones de metro como refugio, mientras miles de ciudadanos trataban de huir y colapsaban carreteras y gasolineras.

Asimismo, Zelensky denunció que Rusia estaría intentando tomar el control de la zona de Chernobyl, escenario de la catástrofe nuclear de 1986 situado en la frontera de Ucrania con Bielorrusia.

El Ejército ruso niega que esté entrando en territorio ucraniano, con la salvedad de los territorios rebeldes de Donetsk y Lugansk, a cuyas milicias prorrusas reconoce estar ayudando en su «contraofensiva» para hacerse con el control de la mayoría de las provincias, en manos de Kiev. Las milicias de Donetsk habrían avanzado tres kilómetros hacia a la localidad de Volnovaja y las de Lugansk, 1,5 kilómetros hacia Schastia.

 

El precedente de la guerra de Osetia del Sur y Abjasia en 2008

El 7 de agosto de 2008 tropas rusas invadieron territorio georgiano en defensa de las repúblicas de Abjasia y Osetia del Sur, que habían declarado su independencia de Tiflis, tras una incomprensible ofensiva georgiana.

Trece años y medio después, el escenario parece repetirse.

Las tropas rusas se retiraron tras la ofensiva, las repúblicas de Abjasia y Osetia del Sur mantuvieron su independencia, que sigue sin ser reconocida actualmente por la mayoría de la comunidad internacional. Moscú mantuvo su control de la zona y el poder de Tiflis se desinfló.

La época es diferente y el escenario es distinto. A Europa le queda lejos el Cáucaso, mientras que la UE tiene frontera directa con Ucrania. Sin embargo, ambos conflictos mantienen paralelismos.

Georgia y Ucrania alcanzaron su independencia tras el desmantelamiento de la URSS. Desde el primer momento se enfrentaron a la disyuntiva de mantener sus lazos con Moscú o acercarse a Occidente.

Abjasia y Osetia del Sur proclamaron su independencia respecto a Tiflis al considerar que no se respetaban sus derechos nacionales.

Tanto en Georgia como en Ucrania se vivieron las llamadas «revoluciones de colores», promovidas, amparadas y financiadas por Occidente.Martxelo DÍAZ