El presidente del PPdeG y de la Xunta, Alberto Núñez Feijóo, dio ayer un paso al frente y anunció ante la cúpula de su partido en Galiza que presentará su candidatura para presidir el PP tras la grave crisis de las últimas semanas. Aseguró sentirse «preparado» para ganar a (Pedro) Sánchez» y dar al Estado español el Gobierno «solvente» que cree que merece y necesita.

En un acto multitudinario en el Multiusos do Sar, en Santiago de Compostela, ante la Junta Directiva del PPdeG y más de 600 personas, dijo que «España vive una situación límite» y que el Gobierno ha demostrado que no sabe afrontarla, por lo que él se siente «en la obligación institucional y moral» de ponerse al servicio de su partido y de su país.

«No vengo aquí a insultar a Sánchez, vengo aquí para ganar a Sánchez», afirmó al resumir su objetivo de liderar «el partido que quiere la mayoría de los españoles, que necesitan una alternativa madura, responsable, fiable y, sobre todo, con sentido de Estado».

Feijóo marcó su hoja de ruta, si se convierte en presidente del PP en abril, para conseguir un partido «unido, sólido, solvente y claro». Un PP que «diga no cuando ha de decir que no y que diga sí cuando toque decir que sí», remarcó.

«Con todos»

Aseguró que es posible ganar al Gobierno bipartito si el congreso del PP «no va de vencernos los unos a los otros». Apeló a la unidad para conseguir un «partido reforzado», instó a todos, aunque haya más candidaturas, a implicarse para volver a ganar la confianza que tuvo el PP, y se comprometió a «volver a aglutinar» a su partido contando «con todos», mencionando especialmente a los tres últimos presidentes de la formación, José María Aznar, Mariano Rajoy y Pablo Casado.

Por lo que respecta a la situación que su eventual elección dejará en Galiza, sostuvo que por el momento no piensa dimitir como presidente de la Xunta. La portavoz nacional del BNG, Ana Pontón, pidió que dimita una vez que ha dado el paso para liderar el PP. «Feijóo es libre para perseguir sus ambiciones políticas y elegir al PP», pero Galiza «no es una sala de espera de nadie», afirmó.