Corea del Norte disparó ayer un misil balístico intercontinental, según Corea del Sur y Japón, que sería el ensayo más potente de Pyongyang desde 2017 y subraya la ruptura de la moratoria que se había autoimpuesto antes de su primera cumbre con EEUU en 2018.

Washington cerró filas con Japón, que tildó de «escandaloso e imperdonable» el disparo del proyectil, que cayó en su zona económica marítima exclusiva, y Corea del Sur, cuyo Ejército anunció una descarga de misiles tierra, aire y mar en respuesta.

EEUU y varios de sus aliados pidieron una reunión urgente del Consejo de Seguridad de Naciones Unidas.

Corea del Norte ha realizado una docena de pruebas balísticas este año en una serie sin precedentes que desafía las sanciones de la ONU. Había suspendido las pruebas de largo alcance mientras Kim Jong-un mantenía conversaciones con Donald Trump, que colapsaron en 2019 y siguen estancadas.

Hace tiempo que Pyongyang aspira a disponer de un ICBM con capacidad para varias cabezas explosivas y, según EEUU y Corea del Sur, ha estado haciendo pruebas con el Hwasong-17, un potente misil intercontinental presentado por primera vez en octubre de 2020.