Cinco personas, incluida la atacante, murieron y una sexta quedó en estado crítico ayer en las afueras de Tel Aviv, en el tercer atentado ocurrido en Israel en los últimos siete días. Los dos anteriores fueron reivindicados por el Estado Islámico (ISIS).

La Policía informó de que un atacante en una motocicleta «abrió fuego» contra un grupo de transeúntes en una calle de la ciudad ultraortodoxa de Bnei Brak, «disparó fatalmente a varios» de ellos y desde ahí se trasladó a otra vía, desde donde siguió disparando hasta «ser neutralizado».

El primer ministro israelí, Naftali Bennett, se reunió de nuevo anoche con altos cargos de seguridad, militares e inteligencia para evaluar la situación, informó su oficina.

Tras el incidente, transeúntes indignados se juntaron en algunos de los lugares del ataque para protestar, con algunas personas que reclamaban «venganza» y gritaban «muerte a los árabes», según medios locales.

A falta de esclarecer las circunstancias exactas del tiroteo y la identidad de su autor, la prensa israelí e información difundida por redes sociales apuntaron que el atacante era un palestino originario de Cisjordania ocupada.

En Gaza, Hamas y la Yihad Islámica celebraron el ataque en los mismos términos que los ocurridos el domingo en Hadera y el martes pasado en Beersheva. Según aseguraron, fue «una respuesta natural a los crímenes de la ocupación cometidos contra el pueblo palestino».

La peor ola de atentados en Israel de los últimos años ha dejado ya quince fallecidos –cuatro de ellos sus autores–, ha puesto en alerta a las fuerzas de seguridad y ha disparado las críticas contra el Gobierno, que ha reforzado el control policial y las detenciones arbitrarias contra los palestinos.