EDITORIALA
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Trebiñu: son claras la voluntad y la solución

Trebiñu Araba da”, el lema que da nombre a la plataforma de larga andadura y brío renovado en los últimos meses, resume el sentimiento ampliamente mayoritario de los habitantes del enclave, donde más allá de colores políticos cuesta encontrar a alguien que ponga en duda el carácter alavés de la «octava cuadrilla». Así lo han expresado repetidamente los consistorios de Trebiñu y de Argantzun, y así lo han demandado los vecinos y vecinas cada vez que han tenido ocasión, con resultados nítidos, como en el referéndum del 8 de marzo de 1998. El mundo ha cambiado mucho desde entonces, no lo ha hecho, sin embargo, la voluntad de la población trebiñarra, cuyo desapego respecto a las instituciones castellano-leonesas quedó de relieve en los últimos comicios autonómicos, donde la abstención rondó el 60%.

En el contencioso de Trebiñu, los sentimientos conviven además con los obstáculos que para el quehacer diario de sus habitantes supone pertenecer a una administración alejada no solo emocional sino también geográficamente, y que es incapaz de atender sus necesidades. Los acuerdos interinstitucionales suscritos para hacer frente a estas trabas y proporcionar los servicios requeridos se han demostrado insuficientes, apenas un «parche», según han explicado a NAIZ Irratia representantes de la citada plataforma, que recuerdan, asimismo, que la principal disfunción es de carácter democrático. Mención especial merece la situación del euskara, que no es oficial y permanece por tanto arrinconado pese a que gran parte de los treviñeses lo sienten tan propio como aquellos que a apenas quince kilómetros de distancia residen en el centro de Gasteiz.

Trebiñu no puede ser una cicatriz en el mapa ni una herida abierta entre la población alavesa. Tampoco un pie de página en los libros de historia. La voluntad de sus habitantes es clara y manifiesta, solo así se explica que nuevas generaciones se sumen a la demanda de integración en Araba. La solución al conflicto también lo es: no poner impedimentos al ejercicio democrático de esa voluntad.