GARA
BOGOTÁ

El triunfo de Petro consolida el giro latinoamericano a la izquierda

El triunfo del binomio formado por Gustavo Petro y Francia Márquez el domingo en Colombia no es solo una histórica victoria de la izquierda que abre una nueva etapa en el país, sino que suma y consolida el giro a la izquierda en América Latina.

Seguidores de Petro y Márquez celebran en Cali la victoria de la izquierda en Colombia.
Seguidores de Petro y Márquez celebran en Cali la victoria de la izquierda en Colombia. (Paola MAFLA | AFP)

El compromiso de combatir la pobreza y la corrupción en la región más desigual del mundo y dar protagonismo a sectores históricamente marginados está llevando al poder en América Latina a líderes de izquierda que, con distintos perfiles, prometen la profundización democrática y el crecimiento económico igualitario.

La victoria el domingo de Gustavo Petro marcó un hito en la historia de Colombia, donde jamás ha gobernado la izquierda, y abre la puerta a una nueva era en un país azotado por la injusticia social, la violencia armada, el narcotráfico y la corrupción.

El triunfo de Petro y Francia Márquez se da en un ambiente de fuerte polarización y ha disuelto el modelo histórico de alternancia en el poder.

Un fenómeno similar al de Gabriel Boric, que ganó en una contienda de la que estuvieron ausentes los partidos que durante tres décadas protagonizaron la vida política de Chile.

El estallido social fruto del cansancio con el modelo económico y el sistema establecido confinó a las fuerzas políticas tradicionales, tanto en Colombia como en Chile.

Con la única excepción de Costa Rica, donde ganó el populista Rodrigo Chaves, las últimas presidenciales han visto vencer a candidatos de izquierda en Perú (Pedro Castillo), Chile (Boric), Honduras (Xiomara Castro) y, ahora, Colombia.

Y si en octubre se cumplen los pronósticos que le dan a Luiz Inácio Lula da Silva una ventaja de más de 20 puntos sobre el ultraderechista Jair Bolsonaro, las seis economías más grandes de la región estarán gobernadas por la izquierda, culminando un proceso iniciado hace un par de años.

En ese caso, Sudamérica solo tendría Gobiernos de derechas en Paraguay (Mario Abdo Benítez), Uruguay (Luis Lacalle Pou) y Ecuador (Guillermo Lasso), donde el Ejecutivo enfrenta una ola de protestas.

Más confusa es la situación en Centroamérica, donde por origen o afiliación nominal existe una mayoría de gobernantes adscritos a la izquierda, como Xiomara Castro, Daniel Ortega (Nicaragua) y Laurentino Cortizo (Panamá). Nayib Bukele (El Salvador) merecería capítulo aparte, aunque proceda de las filas del FMLN.

Uno de los liderazgos más emblemáticos es el del mexicano Andrés Manuel López Obrador, cuya gestión ha estado marcada por cierto distanciamiento de EEUU y aproximación a los líderes socialistas latinoamericanos. El lunes señaló que su llegada al poder inició el viraje hacia el triunfo de la izquierda en la región.

Antiimperialismo.

El componente nacionalista y antimperialista es una de las constantes de muchos líderes de la izquierda latinoamericana, que han sepultado definitivamente el Consenso de Washington. Es el caso de Venezuela, que suma más de 22 años con el chavismo en el poder.

Como a comienzos del milenio, la actual expansión de la izquierda se apoya en propuestas que van desde la socialdemocracia hasta la revolución bolivariana. Pero hace dos décadas la región disfrutaba de una fuerte subida del precio de las materias primas que permitió financiar políticas de gasto expansivas, un panorama muy diferente al actual, caracterizado por una fuerte caída en el ritmo de crecimiento.

Los Gobiernos progresistas tendrán que buscar soluciones para graves problemas como la fragilidad de los sistemas educativos y de salud, la precariedad laboral, la erosión de las instituciones y un alto nivel de pobreza.

La izquierda se proyecta como una opción política que puede garantizar servicios públicos, protección social y una distribución equitativa de la riqueza, lo que no evita problemas. Es el caso de Argentina, que afronta serios desequilibrios macroeconómicos.

El caso argentino muestra que los líderes de izquierda en el poder se enfrentan a serias limitaciones económicas, una oposición parlamentaria que frena sus proyectos y una ciudadanía exigente que en ocasiones se decanta por opciones populistas, pero que ha demostrado estar dispuesta a castigar a quienes incumplan sus promesas.