Joseba ITURRIA
CICLISMO AMATEUR

Iñigo González, un oro que recompensa muchos kilómetros para ser ciclista

El vizcaino se proclamó campeón estatal élite el domingo al ser decimotercero en su debut con profesionales de las dos primeras categorías tras muchos desplazamientos en coche y transporte público para poder competir con equipos alejados de su domicilio.

Iñigo González entra quinto en Berriatua en uno de sus mejores puestos de este año.
Iñigo González entra quinto en Berriatua en uno de sus mejores puestos de este año. (Oskar MATXIN FOKU)

Iñigo González (Zalla, 1999) es un caso único en el pelotón amateur vasco porque lleva siete años, desde cadetes, sin correr en un equipo de Bizkaia y el domingo encontró en el campeonato de España de Mallorca la recompensa de una medalla de oro en su primera temporada como élite tras una trayectoria ciclista en la que no llegaban las victorias.

En juniors se formó con la Fundación Contador, con sede en Madrid, y en el Lintxu navarro y, tras dos primeros años como sub’23 en Eulen y Telco’m, en los tres últimos ha competido con el Rías Baixas (2020) y el Aluminios Cortizo (2022) gallegos y el Electro Hiper Europa (2021) levantino.

Eso le ha obligado desde muy joven a moverse sin el soporte de la estructura de un equipo: «En mi primer año junior, con 15-16 años, me metía cinco horas para ir y volver a Madrid en autobús y desde allí otras tantas para ir a las carreras. Ahora me muevo en mi coche, cojo uno de alquiler o en avión a donde te digan para juntarte con el equipo. Son muchísimos kilómetros. No los apunto, pero este año sí lo miré y en dos meses hice 10.000 para ir a Copas de España y otras carreras».

Entiende que «si corres en un equipo de aquí las carreras te quedan más cerca o te llevan desde casa en sus coches, es una facilidad, pero hay que acostumbrarse. Si quieres ser ciclista no vas a estar en un equipo de al lado de tu casa».

CON IÑAKI ERRAZKIN.

En el equipo le acompaña el usurbildarra debutante Iñaki Errazkin: «Es un chaval muy joven que tiene futuro. En las últimas del Euskaldun corrimos juntos y vas con el apoyo del coche neutro, pero en Segura él tuvo un percance y solo pudo hacer 30 kilómetros y es más difícil correr contra equipos de catorce. Me escapé y Caja Rural tiraba por detrás».

Así se ha curtido como ciclista y demostró en los estatales de Mallorca que logra sus mejores resultados cuanta más dureza y más calor hay en las carreras. «Con calor he demostrado que voy bien, no me quedo vacío. Con el frío y la lluvia me dan hipotermias, he tenido bastantes episodios. En primavera también tengo problemas con las alergias, como en el Valenciaga».

Destacó en el verano de su segundo año amateur en 2019 al acabar tercero en la Vuelta a Palencia tras Oier Lazkano y el noruego Magnus Brynsrud, quinto en las de Coruña y Ávila, sexto en la de Castellón y decimosexto en la de Bizkaia. Su progresión la frenó la pandemia porque en 2020 con el Rías Baixas no pudo competir en ninguna vuelta.

«Fui sexto en los campeonatos de España, noveno en el Trofeo San José y gané las metas volantes, pero ese año las vueltas no se hicieron, me preparé para la de Palencia y al final se suspendió, y me desmotivé. En 2021 fui tercero en la etapa reina de la Volta a Castellón e hice puestos en el Euskaldun, pero no salió un buen año y me llamó el Aluminios Cortizo», recuerda.

Este año también se complicó: «Disputé carreras de la Copa de España y hace dos meses cogí una neumonía. Seguí entrenándome, corrí algunas carreras, pero no podía respirar normal. En las últimas semanas me he visto mejor. En Coruña en la primera etapa fui octavo y en la segunda tercero, quinto en Berriatua y séptimo en Segura. Sabía que estaba a un buen nivel y que llegaba bien a Mallorca».

«Es increíble correr con gente que admiras»

Iñigo González vivió el domingo el campeonato estatal «con mucha alegría. Hubo bastantes percances y caídas y no me pilló ninguno. Iba al final dándolo todo en el grupo cabecero y en la tercera subida había gente que reventaba y dejaba unos huecos que son supercomplicados cerrarlos cuando vas al límite. El puerto era de fuerza, se subía muy rápido, no era para mí 100%, pero iba bien y me salió perfecto».

No sabía que era el único élite en el grupo en el que llegó hasta el final: «Fui dando mi máximo sin mirar a nadie. La bajada era enrevesada sin descanso y después de la subida era complicado. No había tiempo para recuperar. Todo el rato era ir a tope, la gente no paraba y solo en el sprint miré a ver si tenía que sprintar con alguno y, cuando vi que no había ningún élite, sprinté con los profesionales y fui decimotercero».

Fue su mejor día como ciclista: «Salí con el objetivo de hacerlo lo mejor posible y ser campeón fue una alegría. Es una de las carreras en las que se ve la persona que entrena y hace bien las cosas. No fue un campeonato de los que suelen meter de mucha dureza y kilometraje, pero se hizo duro por la humedad, por el calor, por las cuatro subidas que se juntaban con una bajada exigente y llegando a meta con viento de cara. Fue de mucho desgaste».

Este año corrió en Portugal dos carreras con continentales, pero la del domingo fue su estreno con ciclistas del World Tour: «Es increíble estar con corredores que llevan en profesionales más de diez años como José Joaquín Rojas y Óscar Sevilla, compartir pelotón con gente a la que admiras. Todo me salió bien. En la primera subida se cayeron dos delante mío y los conseguí esquivar. Si me llego a quedar descolgado, perseguir te condiciona la carrera. La gente va muy concentrada».

Este fin de semana correrá la clásica de Loinaz, después una prueba por etapas en Portugal o la Vuelta a Zamora y quiere alargar su buena forma. J.I.