Koldo LANDALUZE
donostia

Patricia Highsmith, el enigma de la buscadora perpetua

A la publicación en castellano de «Diarios y cuadernos 1941-1995» (editorial Anagrama) se ha sumado ahora al reciente estreno del largometraje documental «Amando a Highsmith», de la suiza Eva Vitija. Ambas opciones tienen como objetivo abordar la trastienda más íntima y desconocida de la escritora que imaginó a Tom Ripley, Patricia Highsmith, una de las grandes damas del género negro.

Patricia Highsmith, en su retiro suizo.
Patricia Highsmith, en su retiro suizo. (GARA)

Al igual que Tom Ripley, Patricia Highsmith (Fort Worth, Texas, 1921 - Locarno, Suiza, 1995) siempre quiso preservar su privacidad. Pero, al contrario que su personaje, la escritora no hubiera empleado medidas excesivamente drásticas para evitar que se difundiera cualquier tipo de información relativa a su trastienda más íntima. Tanto el documental “Amando a Highsmith” como la publicación de “Diarios y cuadernos 1941-1995”, tienen como objetivo abordar el mundo íntimo y encriptado que la escritora construyó para sí misma.

Lejos de sentir la paranoia de Ripley cuando se sabía observado, Highsmith hubiese encendido con calma un cigarro y hubiera abierto una botella de su mejor vino mientras las luces se apagan y se proyecta sobre una pantalla “Amando a Highsmith”, un largometraje documental que aborda los aspectos más íntimos y conflictivos de su vida, a través de sus escritos y de los testimonios de las mujeres a las que amó.

Dirigida por la suiza Eva Vitija, la película pone énfasis en la traumática relación de la escritora con su madre y vincula su desesperada lucha interna por complacerla con su obra literaria y sus temas predilectos, la culpa y la mentira.

Nacida en Texas en 1921, la madre de Highsmith se divorció antes de parirla y se mudó a Nueva York con su nueva pareja, dejando a la pequeña al cuidado de una mujer a la que llamaron “abuela”. Volvió a buscarla cuando ya había cumplido seis años, pero nunca le ocultó que no fue una niña deseada y que llegó a tomar aguarrás durante el embarazo para tratar de provocar un aborto.

Narrado por la actriz Gwendoline Christie (“Juego de Tronos”), el documental nos descubre que su madre le buscó un novio y la sensación constante de náusea que le producía semejante relación. La escritora dejó escrito en sus diarios que sus primeras experiencias sexuales eran semejantes a «restregarse un estropajo en la cara».

La escritora Marijane Meaker, a quien Highsmith conoció en las noches neoyorquinas y que fue su pareja durante dos años, asegura ante la cámara de Eva Vitija que reconocer su homosexualidad suponía un trauma para cualquier mujer en aquella época y que Highsmith, al igual que el resto, trató de ser alguien contrario a lo que verdaderamente sentía.

Ejemplo de esa etapa fue la publicación de su segunda novela, “Carol”, en 1952, una crónica sentimental entre dos mujeres que Todd Haynes llevó al cine en 2015, con Rooney Mara y Cate Blanchet como protagonistas.

De la pantalla a sus escritos

En sus diarios se puede leer: «Llegará el día en el que viaje por todo el mundo y conoceré nombres y rostros de hombres, mujeres y niños, conoceré los giros de las carreteras, tendré tantos amigos que será imposible contarlos y aún así seguiré sintiéndome sola y seguiré deseando conocer más caras, nombres y ciudades. Soy la buscadora perpetua».

De sus viajes por Europa, trajo consigo a Tom Ripley, un personaje que le fue inspirado por un desconocido al que observó con detalle en la playa, al que muchos consideran su “alter ego” y que en el cine ha sido encarnado por actores tan dispares como Alain Delon, Dennis Hopper, Matt Damon y John Malkovich. Un reflejo de la poliédrica personalidad del sociópata más encantador de la historia de la literatura.

Bajo el título “Diarios y cuadernos. 1941-1995”, Anagrama ha publicado este 31 de agosto un volumen de más de 1.200 páginas seleccionadas por su editora, Anna von Planta, de entre las más de 8.000 que se encontraron en su armario al morir. La primera entrada de sus diarios se menciona en el arranque de “Amando a Highsmith”: «Aquí está mi diario que contiene el cuerpo, el sentimiento más doloroso es la debilidad propia». Durante la presentación de sus diarios, Susanne Baucknecht explicó que el trabajo llevado a cabo podría compararse «con un ascenso al Everest», puesto que lo que encontraron tanto ella como el editor y albacea de la obra de Highsmith, Daniel Keel, cuando ésta murió fueron «18 diarios, 38 cuadernos y toneladas de relatos, que se han tenido que transcribir un total de 8.000 páginas manuscritas».